Tiene 20 años y es ídolo en San Lorenzo. Nació en Paraguay. Estuvo a punto de jugar con Maradona. Triunfó en la Argentina. Es polémico. Dice lo que piensa. Una mesa en La Cantina de David lo reunió con cuatro periodistas de SOLO FUTBOL. No dejó pregunta sin contestar. El domingo impidió la goleada de River. —¿Siempre fuiste así, morrudo? --No, nada que ver. Era tan flaco que, cuando le dije a mi padre- llegó a jugar en la Tercera de Racing como centro delantero-, que me iría a probar al Luqueño, me dejó ir creyendo que regresaría sin que me hubiesen aceptado. Tenía 15 años y nada de físico. La cuestión fue que en el '81 ya atajaba en Primera. —¿Por qué sos arquero? --Un día llegué al potrero, iba a jugar de nueve, pero los equipos ya estaban formados. A nosotros nos faltaba el arquero. Mi hermano- Julio César, el mayor-, me mandó al arco; de prepo. Me gustó revolcarme en el suelo y, bueno, desde entonces juego ahí. Tenía condiciones naturales que supe perfeccionar. —¿Crees que el placer que siente un arquero al tapar una pelota difícil es el mismo que el de un delantero al convertir un gol? --No, mi puesto es el más ingrato de todos. Al delantero se le perdona que se pierda cuatro o cinco goles, pero al arquero ni la más mínima falla. Me entusiasma mantener el arco invicto, me da confianza para encarar los próximos compromisos. —De todos los que viste ¿qué arquero te gusto más? --El alemán Schumacher. Tiene todas las condiciones: saliendo, cortando balones y ordenando a la defensa. —¿Y entre los argentinos? --Islas. La gente dice que nos parecemos. Debe ser por el temperamento y por la edad. Creo que yo, en la cancha, me controlo más que Luis. Sobre todo con los árbitros. —¿El rival es un enemigo? --Dentro de la cancha no hay amigos. Seremos compañeros de trabajo, pero yo no les voy a dar la oportunidad de que se lleven el dinero que se está jugando. —¿Pero, no es que cuando salen a la cancha se olvidan del dinero? --Nosotros salimos pensando en ganar, pero es mi trabajo y por él me pagan. Entonces tengo que defenderme y no perder para seguir recibiendo mi remuneración. —Dentro de tu escala de valores ¿qué lugar ocupa el dinero? --El que debe ocupar. Yo sé que con plata no puedo comprar el sentimiento de una chica, pero sí que puedo asegurar el bienestar de mi familia; aunque la mía está muy bien en el aspecto económico. —Cualquiera que te escucha contar tu trayectoria, -Luqueño, Guaraní y la Primera de San Lorenzo a los 19 años-, puede pensar que casi no te costó nada llegar adonde estás hoy. ¿Es así? --En realidad fue fácil. Hace apenas cinco años que comencé. Debo reconocer que tuve suerte. Inclusive estuve 22 días en España y casi juego en el Atlético de Madrid. —¿Cómo es eso? --Fue en el '83. Me estuve probando y no llegué a un acuerdo porque no querían pagar una póliza de seguro por mí. Entonces, la gente de Barcelona se enteró y me llamó. Estuve en el Nou Camp con Menotti, Maradona, Schuster y todos esos monstruos. El presidente, José Luis Núñez, me iba a comprar en 250.000 dólares. Pero como el presidente del Luqueño quiso 50.000 dólares que me correspondían, le dije que no me quedaba en España. Perdí plata, pero no me gusta que me "pasen". —¿No te sentiste "apichonado" entre tantos nombres consagrados? --En absoluto, me gustan las difíciles, porque de las cosas fáciles uno no aprende nada. —¿Es un sacrificio muy grande quedarse un sábado concentrado sabiendo que otros muchachos de tu edad salen con chicas, van a bailar, en fin...? --Y bueno, esos son los gajes del oficio. Por eso no coincido con la gente que dice que los futbolistas somos unos vagos. Nosotros somos obreros. Para mí el fútbol es un trabajo. Dicen que ganamos fortunas en sólo 90 minutos, pero ellos no saben el sacrificio que hay que hacer en un entrenamiento, en una pretemporada, durante un campeonato; estar concentrados, lejos de la familia. —Chilavert, retomemos el tema de los arqueros. ¿Qué te parece Hugo Gatti? --Yo lo respeto mucho, pero no me gusta. No es un arquero completo. —¿Por qué? --Porque Gatti hace su show, divierte al público, ataja balones increíbles, pero no sabe cortar los centros y para mí un arquero debe ser completo para saber resolver las situaciones de la mejor forma. —¿Navarro Montoya? --Es un buen arquero: pero no me gusta cuando hace algunas jugadas al estilo Gatti. Todavía es muy joven para ese tipo de cosas... —¿Pumpido? --Tiene toda la experiencia necesaria para el puesto. —¿Fillol? --También lo respeto mucho, por algo está atajando en España. —Entre Gatti y Fillol ¿con quién te quedas? --Con ninguno, pero me siento más cerca de Fillol que de Gatti. —Gatti dice que están los arqueros físicos -como Fillol-, y los inteligentes -como él; y que debido al desgaste que se produce en los primeros con el paso del tiempo, los que perdurarán hasta los 40 años serán los inteligentes. ¿Estás de acuerdo? --No. Llegar a los 40 años no depende tanto del físico o la inteligencia sino de la vida privada que se lleve. Ese aspecto es fundamental para un arquero. El bajón que sufre Fillol depende mucho de los cambios que ha experimentado al pasar de un país como Brasil a otro como España, en los que hasta los climas son distintos. —Al margen de tu gusto personal que pensás de la trayectoria de Gatti? --Es algo sin igual, no puedo definirlo de otra manera. Llegar a su edad, manteniendo el nivel, luego de sufrir fracturas y mil cosas más, es algo sensacional. Por eso, y aunque no me guste, lo felicito como jugador y como persona. —Aunque se trata de un caso hipotético, si Argentina no tuviera los arqueros de calidad que tiene y recurriera a vos para ocupar el puesto en la Selección, ¿te nacionalizarías? --Si Paraguay no me tuviera en cuenta, sí. —Cuando vos llegas a San Lorenzo, enseguida te adueñas de la Primera y dejas relegado a un arquero como Rubén Cousillas que había ganado el ascenso con el equipo. ¿Cómo se llevaron en aquella época? ¿Hubo celos? --Para empezar, yo no tuve la culpa de que él quedara afuera. A mí me trajeron para jugar, y lo hice. De todas maneras, la primera persona que se acercó para hablarme fue Cousillas. Hoy somos muy buenos amigos. —Cambiemos de tema. ¿Tuviste problemas cuando integraste el seleccionado juvenil paraguayo? --Si. Hubo inconvenientes entre el plantel y los directivos. Yo salí en defensa de mis compañeros diciendo que no Íbamos a permitir que nos manosearan, amenazándonos con no incluirnos en el equipo. El presidente de Guaraní, por entonces mi club, me presionó diciéndome que iba a suspenderme. Le contesté que no había problemas que me suspendiera. Pero le aclaré que yo no era ningún gil, porque sabía que si me suspendían, ellos perdían dinero. Por supuesto, jugué. —Están quienes piensan que los dirigentes son los "gansters' del fútbol. ¿Es así? --Hay buenos y malos. Ellos quieren sacar el mayor provecho posible del futbolista; siempre quieren ganarse unos mangos y, también, popularidad. —¿Cuáles son los buenos y cuáles los malos? --Los malos, aquellos que exprimen al club en beneficio propio. Los que van al club a arreglar asuntos personales. Y los buenos, quienes ponen dinero de sus empresas para ayudar a la institución. —¿Quiénes son los mejores directivos con que te topaste a lo largo de tu carrera? --Casualmente no se encuentran cumpliendo funciones, Habib y Lantarón. —Antes de comenzar esta nota dijiste que si Cayetano no te convocaba para integrar la Selección Paraguaya que jugará el Mundial, no te ibas a hacer mayores problemas... --¡Qué le voy a hacer! Si no me llama será porque tendrá arqueros superiores a mí. —¿Vos crees que los que están entre ellos Almeida y Fernández son mejores que vos? --No, yo soy superior a ellos. —¿Qué aspectos tendrías que mejorar? --Creo que me falta un poco más de experiencia para enfriar los partidos. —¿Hay futbolistas que se drogan para jugar? ¿Qué pensás de ellos? --Si. Aquel que recurre a una pastilla o una inyección para jugar un partido, ni siquiera tendría que salir a la cancha. —¿Viste jugadores drogados? --Sí, cuando estuve en España. Eran los del Racing de Santander. Jugaban la final del campeonato en la cancha del Real Madrid. Los tipos corrían y corrían sin cansarse. Llegaron a los penales y perdieron. Cuando terminó el partido, no podían salir caminando del vestuario porque las piernas no les respondían. —¿Por qué no hay antidoping en la Libertadores? --Realmente no sé, pero tendría que implantarse. Hay hechos que son curiosos... al América de Cali nunca le van a ganar en el Pascual Guerrero —¿Conoces algún caso de soborno? --No, pero si me entero de que algún compañero entró en una mano rara, lo encaro de frente y lo pongo en su lugar. —¿Y si en la concentración anterior a un partido, se te acercara un compañero para decirte que conoce una mujer para meter en la habitación? --Los saco corriendo a la mujer y a él. Vine a la Argentina a jugar y a ganar dinero, si hubiera querido farra me quedaba en Paraguay. —¿En la Argentina hay árbitros que dirigen "tocados"? —“Tocados” no, pero influenciados por los dirigentes sí. —Apenas llegaste a la Argentina, una parte del periodismo se te puso en contra porque le acariciaste la cabeza a Marangoni cuando, por la Copa de Oro, te iba a patear un penal. Actitud que repetiste con Alonso, y no hace mucho con Passucci también... --Es verdad, pero esa es una costumbre que traigo de Paraguay. Marangoni reaccionó mal; me dijo que era un mocoso de porquería, que le faltaba el respeto delante de treinta mil personas y no sé cuántas cosas más. En cambio Alonso fue más inteligente. Recuerdo que le hablé antes de patear y me dijo que hacía bien en ponerlo nervioso, que eso demostraba que era vivo. —¿Qué pasaría si te hicieran lo mismo a vos? --Una vez me sucedió en Paraguay. Fue en el '83; disputábamos la final del Campeonato Paraguayo; Luqueño y Olimpia. Habíamos pasado los 90 minutos y el alargue, estábamos en los penales. Me llegó el turno a mí y se me acercó Alcides Almeida, arquero de Olimpia. Me habló para ponerme nervioso. Yo nada, miraba la pelota. Después, lo "agujereé" y salimos campeones. —¿Quién te convirtió el mejor gol? --Bochini, en la primera rueda del Metropolitano '85. —¿Tuviste muchos problemas con el periodismo? --Algunos. El último lo tuve después que perdimos ante Independiente, otra vez con gol del "Bocha", antes del receso. Ni me acuerdo en qué diario trabaja. Se me acercó y me dijo: "Por tu culpa perdieron el partido". Lo agarré del cuello y lo tiré, diciéndole que se fuera del vestuario. Después me pidió disculpas, pero ya era tarde... —¿Por qué tenés tantas ganas de quedarte en San Lorenzo? --Insisto en que compren mi pase porque en este club me siento cómodo. —¿Te gustaría que te contratara una empresa como Puma, por ejemplo? --No, porque me sentiría como cualquier mercadería. Ellos quieren hacer lo que se les antoja de uno, y eso no me gusta. A mí sí me contratan, que sea a nivel clubes. —¿En qué otro club de la Argentina te gustaría jugar? --Podría ser en River. Me gusta el ambiente que se vive en ese club, pero cuidado, yo no cambio San Lorenzo por nada del mundo. —¿La filosofía futbolística de Cayetano Re, técnico paraguayo, se parece a la de Bilardo o a la de Menotti? --A la de Menotti, porque tiene más espíritu ofensivo. —¿Quién es el mejor jugador paraguayo de la actualidad? --Son tres, Romero, Cañetę y Cabañas. —¿Pensás que por tu manera de ser hay algunos jugadores que te tienen idea? --Si. Algunos directamente se me acercan para cargarme y lo único que consiguen es agrandarme. —Si tuvieras algún problema con un compañero ¿tomarías la actitud de Goyén y Clausen? --No, no me agarraría a piñas. Esperaría a llegar al vestuario y hablaría de frente. —¿Con quién te llevas mejor en San Lorenzo? --Con Perazzo, Madelón y Echániz, un tipo muy alegre. —¿Y la fama? ¿Cómo te llevas con ella? --Estoy acostumbrado, hay días que no puedo salir a caminar. Por eso la mayoría de las veces me quedo en el hotel. —Entonces, ¿te molesta? --No, me agrada, pero soy tímido. —¿Y en la cancha? --Ahí no, me agrada escuchar a la hinchada alentándome. JUAN JAVIER MANES
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Diciembre 2017
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