José Luis Chilavert retorna al fútbol argentino con una idea fija. Camiseta de la Selección checoslovaca, pantaloncito corto, medias, zapatillas... José Luis Chilavert cruza las piernas, apoya su enorme y maciza humanidad sobre el cartel indicador de las calles México y Avenida La Plata y mientras espera la llegada de EL GRÁFICO mira con asombro esta Buenos Aires que desde hace un tiempo volvió a constituirse en su ciudad. Como en los tiempos de San Lorenzo. El auto estaciona en la esquina, el paraguayo cruza, saluda y sube. —¿Para dónde vamos? --AI Parque Avellaneda, voy a trotar... —¿Estás fuera de estado? --No, nada que ver. Estoy diez puntos, salgo a correr porque no tengo otra cosa que hacer. —Pero hace mucho que no jugas. --Y, más o menos. —Antes de la Copa América ¿ya te habían sancionado en el Zaragoza? --Sí, pero después volví; estuve algunos partidos en el banco y jugué varios en la Copa del Rey. El último fue en setiembre, porque después quedé como quinto extranjero y entonces conseguí la baja federativa. Eso permitió que me dieran el pase y encima el club debe pagarme la mitad del contrato que todavía me adeuda. Ah, además me tienen que devolver el dinero que me sacaron por las sanciones, porque mis abogados ganaron los juicios. —¿Con quién era el problema? --Con el presidente. —¿Cómo se llama? --No, a ese ni lo quiero nombrar. Vivía subestimando a todos, en especial a los sudamericanos. Creía que éramos indios y que nos iba a manejar fácil. Por eso no soportaba a un tipo como yo, que mantenía una línea de conducta, que no me callaba nada. Lo que él decía había que hacerlo, así fuese una tontería. Una vez vino a decirme que no usara mi buzo amarillo porque traía mala suerte, no le hice caso. A él le gustaba que le doren la píldora, pero yo nunca le cedí la silla ni me levante para servirle café. Soy educado y respetuoso con los que me respetan. —¿Y a Darío Franco cómo le va? --Mal, cómo le va a ir. Lo están matando las críticas, y eso que el equipo gana. Pero es por el ambiente, hay mucha envidia con nosotros porque saben que vamos a hacer la diferencia. La charla sigue en una mesa instalada en la vereda de un café, a metros del Parque Avellaneda, mientras aguarda la hora del encuentro con el profesor Gabriel Macaya. Conserva la voz atronada y el lenguaje pulido, jamás pierde la calma, ni siquiera cuando la gente comienza a reconocerlo por la calle. "Tenes que ser el arquero de Boca", le dice uno; "Volvé a San Lorenzo", suplica otro que se acerca buscando un autógrafo; "Mi novio te ama, no lo va a poder creer cuando le diga que te vi...", sentencia una adolescente al pasar. --¿Ves? Volverme del Zaragoza fue lo más lindo que me pudo pasar. Acá toda la gente me quiere. Esto es como volver a nacer. —¿Por qué Vélez? --Elegí este club porque está para pelear el Campeonato. Es un desafío grande. —Vélez siempre tuvo buenos planteles... --Sí, todos los años está ahí, pero nunca llega. No importa, yo vengo para salir campeón. Sé que un jugador solo no puede hacer nada, pero si empezamos a hacer nombres... Está Ruggeri, Lucca, Esteban González, Gareca, Mancuso, el pibe Flores, Ortega Sánchez... —También están Docabo y Cousillas, sobre todo este último parece que no está muy contento con tu incorporación. Era su oportunidad. --Los dos fueron compañeros míos en San Lorenzo. No tengo inconvenientes con nadie, vengo a ganarme el puesto y sé que el entrenador elegirá al mejor. Todavía no conozco a ninguno que tire piedras sobre su propio tejado. —A propósito del técnico, ¿a Manera ya lo conocías? --Sí, de cuando dirigía la Selección Paraguaya. Una vez vino a Zaragoza para hablarme. Fue un error hacerlo renunciar una semana antes de las Eliminatorias de Italia '90, con él hubiéramos clasificado. Es un gran técnico, no lo voy a descubrir ahora. —¿Cómo ves el Clausura que se viene? --Como una pelea de boxeo, el que pegue primero pegará dos veces. En los torneos cortos lo importante es empezar bien. A la gente de Vélez le digo que se quede tranquila, le voy a dar muchas satisfacciones a este club. —Nadie pone en duda tus condiciones, pero quizá algunos teman por tu forma de ser, tenés fama de conflictivo. --De ninguna manera, tengo una personalidad fuerte y defiendo mis derechos, pero nada más. Con el único que tuve inconvenientes fue con el presidente del Zaragoza, ni siquiera con los demás directivos. Cumplí 26 años, llevo 10 en el fútbol y nunca tuve enemigos. Por suerte la gente no se queda con eso y sabe muy bien que soy un ganador. Ahora vengo a demostrarlo. De Veira a Manera El martes 31 de diciembre a las 14 horas Oscar Ruggeri, Ricardo Gareca, el vicepresidente Raúl Gámez, el tesorero Becker y el doctor Rodofile ingresaban a la Unidad Penal de Devoto para visitar, como es habitual, a Héctor Rodolfo Veira. El encuentro se extendió hasta las 15.15 horas y en medio de un clima cordial y afectivo charlaron de diversos temas. "Vamos monstruo, fuerza...", arengaban Ruggeri y Gareca. El Bambino se animó y dio su primer pronóstico: "Guarda con Boca en el Clausura, va a entrar con muy buen ritmo". Dijo de Chilavert: "Ese es un arquerazo, si está metido es el mejor de todos”. Después habló de Manera: “Trajeron a un muy buen cuerpo técnico, ése es un equipo para trabajar en serio” Eduardo Luján Manera fue presentado como nuevo entrenador de Vélez el jueves 2 de enero. El cuerpo técnico que comenzará su actividad el 15 de enero lo completan el profesor Gabriel Macaya y Heriberto Righi. Manera se encontró con Chilavert, posaron juntos para la foto y dejó una frase: "Hay un plantel con la riqueza técnica necesaria para que todo pueda llegar a buen término. Lo dicen los dirigentes y lo repito yo: Vélez quiere salir campeón". CLAUDIO MARTINEZ
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Diciembre 2017
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