El arquero paraguayo volvió a protagonizar una novela repetida. Ante la negativa de Vélez de venderlo al Liverpool de Inglaterra, consiguió un nuevo aumento de su salario anual. A partir de la próxima temporada cobrará 1.500.000 dólares por seguir en Liniers. Es una máquina de facturar. José Luis Chilavert siempre fue fiel a sí mismo. Llegó en el verano del '85 para jugar en San Lorenzo de Almagro, y dejó su marca desde el inicio. En materia de personalidad y también de exigencias económicas. Apenas arribado a Buenos Aires, sentó jurisprudencia de que no sería un corderito a la hora de pelear por sus dineros. “Vengo a la Argentina porque es una mejor vidriera y, fundamentalmente, porque me pagan mejor. Lo básico en un profesional pasa por el dinero. Si no, me hubiera quedado jugando en Luqueño, con mi hermano Rolando Marciano, que es un muy buen volante. Y me quedaba cerca de mi casa...” Jugó dos muy buenas temporadas iniciales y, a la tercera, fue con los tapones de punta a la hora de la renovación. Se enfrentó con Fernando Miele (a quien el Bambino Veira, el técnico santo de aquel entonces, apodó “Triciclo” porque era muy difícil de envolver) y pidió una plata anual desusadamente alta para la época: 100.000 dólares de prima. Fue el choque de dos pesos pesados. Chila se plantó con dureza: “Los dirigentes están en su derecho de decir que eso es mucho dinero para un portero. El mismo que tengo yo para exigir lo que creo justo. Además, pienso hacerme firmar por el presidente una cláusula en la que se comprometan a reconocerme el 25 % de una eventual transferencia como gratificación, en lugar del 15 % que fija el Estatuto del Futbolista”. La hinchada azulgrana deliraba con su ídolo. Inventaron un canto que fue caballito de batalla: “Que lo vengan a ver / que lo vengan a ver / no es el Loco ni el Pato / es el famoso Luis Chilavert...” Tanto reconocimiento se perdió absolutamente con la partida del paraguayo más famoso al Zaragoza de España, en 1989. Es que su inveterada costumbre de poner al vil metal por delante de las pasiones por la camiseta (como la gran mayoría de sus colegas, sólo que él cometió el “pecado” de la sinceridad casi brutal, en lugar de la demagogia que otros suelen usar para besar un día una casaca y al otro día otra...) terminó erosionando el romance entre la hinchada más ingeniosa del fútbol argentino y el astro guaraní. Pasó su discreta etapa española y su retorno a la Argentina. No llegaba como Gardel ni mucho menos. Lo repatriaba Vélez Sarsfield, para intentar convertir en ganador a un gigante dormido: un gran club sin grandes logros futbolísticos. A partir de junio de 1993, su cosecha fue excepcional: ganó tres Campeonatos Clausura, un Apertura, una Copa Libertadores, una Intercontinental, una Supercopa, una Recopa y una Interamericana. Sus inéditas hazañas lo transformaron, al mismo tiempo, en objeto de culto de los velezanos y del deseo ajeno. A principios de 1996 se encendió el interés de River Plate por sus servicios. Los de Liniers comenzaron pidiendo 3.500.000 dólares, mientras que los de Núñez contra ofertaron 1.500.000 pesos. Parecía que todo moría ahí... El paraguayo organizó un verdadero raid por Buenos Aires, no paró de hacer gestiones. De su casa de Boedo a Liniers, del Oeste al centro, del centro a... Lobby, lobby y lobby. Llamadas múltiples por Movicom, salidas por las principales radios del dial a efectos de meter mucha presión para que lo vendan... o le reconozcan lo que dejó de ganar. Tome nota de cómo cambian las cifras. A Chila, River Plate le ofrecía una prima de 250.000 dólares y un sueldo de 6.000. Hace dos años y medio, por esa plata, el arquero era capaz de hacer un escándalo. Hoy, por ese dinero, ni siquiera haría exhibiciones sin público. Todo terminó abruptamente cuando el uno recibió un llamado de un importante empresario que le petrificó la sangre: “Mirá que si vas a River me tenés que dar un porcentaje a mí, aunque vos no tengas representante. Todo lo que entra a River debe pasar por mis manos”. Chila lo mandó a pasear y planteó sus reivindicaciones en Liniers, donde tuvieron que aumentarle su contrato, hasta ponérselo a la par con el que le ofrecía River. Los tiempos se aceleraron... Siguió coleccionando campeonatos y grandes actuaciones. Se transformó, también, en la obsesión de Boca Juniors, atribulada la dirigencia xeneize por la andanada de títulos riverplatenses. Chila ya era un hombre de altos ingresos. Antes de retirarse del club, a raíz de haber perdido las elecciones con Raúl Gámez, Gaudio le firmó un muy buen contrato que le aseguraba ganancias anuales en el orden de 870.000 dólares. Ante el interés de los xeneizes y la nueva desilusión de que se le frustrara una importante transferencia (Vélez jamás se bajó de su pretensión de 4.000.000 de dólares limpios), Lord Paragua volvió a facturar. Se borró de los entrenamientos una semana y volvió sólo cuando le aseguraron que su ficha había sido aumentada a 1.100.000 pesos por temporada. Había sido el último paso hasta hoy. Cuando los ingleses del Liverpool ofertaron 3.000.000 de dólares y se encontraron con la cerrada negativa de los popes de Liniers, el culebrón se reiteró, previsible en comienzo, desarrollo y final: el guaraní dejó de frecuentar Liniers, negoció sin volver a los entrenamientos y arregló otro primoroso aumentito de sueldo. A partir de la estación 1998/99 ganará 1.500.000 pesos netos (que es lo mismo que decir que a Vélez le cuesta 2.000.000 de dólares por año mantenerlo en su plantel). El paraguayito que jugaba descalzo en los potreros de su Luque natal, pasó, tras recorrer un largo camino, a convertirse en un gran contribuyente. Habla pero también actúa. Perro que ladra, pero también muerde. ¡Y cómo! ALFREDO ALEGRE
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Diciembre 2017
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