Chilavert dice que no es polémico y quiere irse a jugar a Japón. El paraguayo afirma que juega al fútbol por dinero y que él no tiene un casete para "caerle bien a la gente, como otros jugadores''. Reitera su idea de volcarse a la política en su país cuando deje el fútbol, elogia a la sociedad nipona y critica a la sudamericana. La trágica desaparición de Carlos Monzón reflotó en la memoria de todos variados aspectos de la personalidad del ex boxeador. Tal vez entre los cientos de artículos periodísticos que en estos días contaron su historia de vida, la cita más reiterada sea esa que relata la opinión que tenía Monzón de su contrincante antes de cada pelea: "El de enfrente me quiere robar la comida para mis hijos", era la reflexión que le daba fuerzas para salir a matar. Algo parecido le ocurre al paraguayo José Luis Chilavert, sólo que sus rivales, además de no tirarle ganchos de derecha, están por todos lados. El lunes por la mañana, como los turistas de paso que antes de viajar a Chile permanecen una noche en Mendoza, el plantel de Vélez esperaba el partido de la noche frente a San Lorenzo. Los únicos que se entrenaban, corriendo por las calles de la ciudad, eran los suplentes. Entre ellos, cosa rara, estaba Chilavert: “Lo que pasa es que por un pedido especial se me concedieron cuatro días más de vacaciones y me reintegré al plantel recién el viernes pasado. Por eso Carlos (Bianchi) optó por Guzmán en esta oportunidad”, comenta antes de partir hacia el Cerro de la Gloria para hacer las fotos. Su rostro serio no sugiere reproches, ni dobles sentidos, sino un fiel acatamiento de las reglas de juego: él es un excelente profesional, tiene en claro lo que quiere y sabe que todo lo que vaya en contra de sus planes es malo, es su enemigo. “Yo juego al fútbol para ganar dinero -cuenta (y no es cuento)-, porque es mi trabajo, mi profesión. Algunos quieren quedar bien con la sociedad y la sociedad no nos da de comer. Yo lo único que quiero es que en el futuro no le falte nada a mi familia, principalmente a mis padres”. Una aspiración muy válida para todo el que lleva adelante un hogar, pero que suena demasiado profesional al citarla como único objetivo. “No soy franelero” Su planteo es simple, su principal enemigo es el periodismo, un cuco al que no le tiene miedo pero que lo mantiene un tanto paranoico: “El periodismo dice que soy polémico. Es mentira, en catorce años de profesión no me echaron de ningún equipo ni me peleé con técnicos ni directivos, eso quiere decir que me quieren. Yo soy polémico si no me pagan”. "Aparte de eso, yo no tengo el casete en la boca como algunos jugadores a los que los periodistas llevan al terreno que ellos quieren. Como a mí no me pueden manejar, paso a ser el malo de la película. Prefiero ser el malo de la película porque mi personalidad, mi forma de ser, me ha dado muchos triunfos en el fútbol. Soy muy sincero, no me gusta ser franelero, hay algunos jugadores que dicen ciertas cosas para caer bien a la gente y nada más, yo no”. Resulta muy difícil analizar la verdad o falsedad de sus dichos cuando las acusaciones son generales. Sus palabras encierran, sin dudas, parte de verdad, sólo que al ser tan abarcativas en la crítica, pierden concreción y terminan por parecer golpes al vacío, por más grandilocuentes que suenen. Es estrictamente verdadero que “muchos no querían que Vélez saliera primero en nada porque no les convenía, porque eso implicaba que vendieran menos diarios y menos revistas deportivas ya que Vélez no tiene la imagen que podría tener Boca o River en el aspecto comercial”. Sí, su análisis es verdadero. El fútbol es un negocio y, en los negocios, las partes se preocupan exclusivamente por cuidar sus intereses. Lástima que siempre tenga que venir alguien a recordar esta máxima moderna, porque tal vez sea tan triste fingir espíritu deportivo para las cámaras como asumir, con sinceridad por cierto, que lo único importante es ganar dinero. Hablamos de fútbol Habíamos llegado a lo más alto del cerro. De un lado, como una inmensa pared, la cordillera mostraba su esplendor y, girando la cabeza, la ciudad de Mendoza y el parque San Martín se ofrecían a nuestra solitaria mirada. José Luis posó con los Andes de fondo: “¿Así te gusta?”, sugirió, y nadie se iba a animar a contradecirlo porque se sentía, y realmente estaba, en la Gloria. El lugar era el indicado para realizar un tranquilo balance del año. “Fue un año espectacular, fruto del trabajo que comenzó en Necochea antes de empezar la temporada pasada y, por sobre todas las cosas, producto de un grupo que está unido. Este es un equipo muy joven, todo lo que logró fue en base a enormes sacrificios. Nadie nos regaló nada. Pero, en el plano futbolístico, fuimos nosotros los que mandamos y sabíamos que no éramos menos que ninguno de los rivales que nos tocó tener enfrente. Al contrario, éramos superiores”. Ahí comenzó el análisis de los hitos del año pasado: “El Milán tenía mucho peso individual. Si analizas fríamente los presupuestos y lo comparas con Vélez, ves que ellos manejan mil quinientas veces más dinero que nosotros y aparte tienen muchísimo más reconocimiento internacional. De todas maneras lo cierto, como dice la antigua frase, es que adentro de la cancha somos once contra once y el que esté más concentrado y más metido en el juego siempre se lleva el partido”. “No caeremos” El Milán venía de perder con el Ajax por la Copa Europea -también 2-0- y de quedar eliminado de la Copa Italia; era su ocaso. Vélez, en cambio, estaba totalmente compenetrado con su objetivo. Esa fue la clave que lo llevó a ganar todo lo que se propuso. Sufriendo, como sea, pero festejando al final. Como contra el San Pablo, donde fueron más conservadores que en Japón: “En San Pablo no se puede jugar de igual a igual, es una cancha muy grande y aparte ellos lo que quieren es que los equipos salgan a atacarlos, así tienen más espacio para jugar. Por eso Bianchi puso a Almandoz y a Zandoná para taparlos y, salvo aquel tiro de Júnior Bahiano en el que di rebote y le pude tapar a Müller, nunca nos llegaron. Jugamos un gran partido, con mucha concentración, y por eso ganamos la Copa. Por eso también, estoy seguro de que este equipo no caerá, porque somos los mismos y porque seguimos queriendo ganar”. Estrategia, pura estrategia, frialdad, profesionalismo, un libreto cumplido desde la primera mayúscula hasta el punto final. Así consiguió Vélez ponerse a la altura de los grandes del mundo, así le gusta afrontar la vida a José Luis Chilavert. Sin improvisaciones, seguro de lo que quiere, profundamente compenetrado con sus objetivos y sin perder un instante ni distraerse hasta conseguirlo, considerando como negativo y perjudicial todo lo que lo aleje de sus planes. Usted ya lo conoce. José Luis Chilavert, el que disfruta vacacionando en Nueva York, empilchando trajes caros y comprando relojes lujosos. El que eligió ser el malo de la película, un personaje más del fútbol nuestro. Las cuatro estaciones ► Liniers •“Siempre cargo a los hinchas de Vélez diciéndoles que antes de nosotros eran unos amargos y tuvimos que llegar para que tengan alegría. Todavía quedan algunos resabios de la antigua guardia. Sobre todo en la platea, donde hay algunos viejos que nos siguen insultando. Realmente no sé qué quieren. Hoy para mí Vélez es un grande. San Lorenzo, por ejemplo, no ganó los títulos que ganó Vélez”. •“Valoro mucho que la gente grite mi nombre cuando hay que patear los penales. Me parece muy importante que los hinchas interpreten todo lo que uno hace, el esfuerzo que pone para hacer las cosas bien. El problema-cuándo no- es que cierta parte del periodismo inventa peleas dentro del plantel que en realidad no existen. Yo no estoy peleado con Trotta ni con ninguno de los otros muchachos. Todos saben cómo soy yo, que hablo siempre de frente y que digo siempre lo justo, lo que tengo que decir. Pero también reconocen que siempre hablo por el bien del grupo”. ► Japón •“La posibilidad existe, tiene que venir una oferta muy concreta. Viajaremos en abril a Japón para jugar contra Independiente y yo sé que el interés existe. Ese será el momento para arreglar mi posible salida de Vélez”. •“Me enorgullece que se interesen por mí porque en Japón terminan sus carreras los mejores futbolistas del mundo. Además, creo que por mi forma de jugar podría servirle de ejemplo a los arqueros japoneses, sería como hacer escuela”. •“Me interesa, y mucho; allí hay un respeto a la persona que en Sudamérica no existe. Acá estamos muy mal acostumbrados, en cambio allí los valores están muy claros. Lo que pasa es que ellos no disfrutan la vida, pero yo sí. De todas maneras estoy muy cómodo en Vélez, donde tengo contrato por dos años más”. ► Paraguay •“A pesar de no haber clasificado para el Mundial de Estados Unidos, creo que la actuación de Paraguay en las eliminatorias fue muy positiva. Tuvimos un mes de preparación mal organizada y así y todo sólo nos faltó un gol para que Argentina quedase afuera. Más no se podía hacer”. •“Me gustaría incursionar en la política de mi país, principalmente para ayudar a la gente pobre de Paraguay porque nadie hace nada para ellos. Los de arriba sólo se preocupan de los que tienen dinero, no de la gente que pasa hambre. Es un tema que resolveré cuando me retire del fútbol, aunque para eso faltan muchos años”. •“No soy del partido Colorado ni del Liberal, porque los dos estuvieron en el poder y no hicieron nada. Tengo una línea conservadora, como Encuentro Nacional. Nunca apoyé a Stroessner. Al contrario, en las eliminatorias del Mundial 86 quedé afuera porque yo siempre opinaba en contra de él. Mi país tiene un nivel de vida bajo por culpa de la dictadura que decidió por el pueblo durante 36 años. La democracia en Paraguay todavía es muy prematura”. ► Nueva York • “Fue un premio para mi mujer porque el año pasado no pudimos ir juntos a ningún lado. Habíamos pasado mucho calor en las fiestas en Paraguay y, como ya conocemos muy bien todo el Caribe y Europa, decidimos ir a Nueva York a morirnos un poco de frío. Por otra parte, es una ciudad bárbara para salir a hacer compras. Nos encantan las ropas y los relojes”. •“Me compré un flash SV26 para mi cámara fotográfica que es buenísimo, todas las fotos te salen bien con él. Lo pagué 350 dólares, mientras que en Buenos Aires por el mismo me habían pedido casi 800. En el mejor lugar de Nueva York dos tazas de chocolate con masas nos costaron ocho dólares. Cuando llegué a Buenos Aires, en una confitería de Rivadavia y avenida La Plata, me cobraron tres pesos un café. Es una vergüenza, se quieren forrar en plata de un año para el otro y no puede ser”. ©LA PRENSA DEPORTES
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En Nueva York, el arquero de Vélez Sarsfield alzó su voz contra los periodistas que no le otorgaron el Olimpia de Plata y fue lapidario con su colega de Boca. La amplia y lujosa sala de estar del hotel Hilton está casi vacía. Muy cerca nuestro, una pareja de turistas franceses no para de sacar fotos a lo que nos rodea: un piano, decenas de mullidos sillones bordó e innumerables ventanales que enmarcan el paisaje de la Sexta Avenida, en pleno corazón de Manhattan. Afuera, inmunes a los 0º de temperatura, los clásicos taxis neoyorquinos confluyen en la entrada del hotel con el vértigo y la determinación con que las hormigas acosarían a una azucarera. Frente a nosotros, un arquero suelto en Nueva York: José Luis Chilavert. Un hombre habituado a hablar sin eufemismos, un personaje polémico que hizo un alto en sus vacaciones para charlar con EL GRAFICO, empezando por un tema que aún lo indigna: la entrega del Olimpia de Plata a su colega Navarro Montoya. —¿Por qué crees que no te lo dieron? --Porque soy un tipo que dice las cosas como las siente. A muchos periodistas les cuesta entender mi forma de ser. No me pongo el casete, como otros jugadores o como algunos de tus colegas desearían. Nadie me maneja. Los periodistas del Círculo, responsables de entregar los premios, no tienen ética, son mediocres e hipócritas, no saben nada de fútbol y no son objetivos. Lo que han hecho conmigo es una falta de respeto, no sólo hacia mí, sino hacia todo el fútbol argentino y en especial a Vélez, que ha traído dos copas internacionales al país. Pero igual estoy tranquilo. El mejor Olimpia lo tengo yo y no me lo va a sacar nadie: le hemos ganado 2-0 al Milán en Japón y fui considerado el mejor arquero del mundo en una encuesta realizada por el diario "El País", de Montevideo, con periodistas sudamericanos. Eso es más importante que el Olimpia. —¿Cuál es, a tu entender, el criterio que deberían manejar los periodistas para premiar con el Olimpia? --En primer lugar, no metamos en esto a todos los periodistas, sino a los de la Comisión Directiva del Círculo, que son los que decidieron. Realmente no me doy cuenta en que se basan para premiar. Creo que por prestigio, trayectoria, actuaciones, popularidad y hechos como el de patear penales o tiros libres, tendría que haber ganado yo. Ojo, no sólo me molesta que no me lo hayan dado a mí. También me indigna, por ejemplo, que no le hayan entregado el Olimpia de Oro a Karina Massota, que es la mejor jugadora de hockey sobre césped del mundo. Se nos ha faltado gravemente el respeto a nosotros, los profesionales. —¿Te sentiste discriminado por ser paraguayo o por no jugar en Boca o River? --No, para nada. Ellos dicen premiar “por carisma”, cosa que no entiendo. Soy una persona que no puede estar con Dios y con el diablo a la vez. Estoy con Dios y listo. No soy franelero ni me gusta el manoseo... —¿Lo decís por el Mono? --No sé... Lo digo porque muchos dijeron: “Chilavert quedó mal por haber hablado así de Navarro Montoya”. ¿Por qué? Cuando el periodismo me crítica y dice que soy polémico, temperamental, y un irrespetuoso con mis colegas, nadie salta para defenderme. En cambio, cuando critico yo, se me tiran encima... —Está bien, pero excluyéndote: ¿creés que Navarro Montoya mereció el Olimpia? --No. Si se premió a los mejores del año, antes de Navarro Montoya había jugadores como Rambert, Crespo o Bossio, que hicieron mucho más méritos que él. Incluso Francescoli, que tuvo un año fabuloso en River... —En Paraguay dijiste que Navarro Montoya nunca había ganado nada... --En Paraguay dije que me parecía perfecto que le hayan dado el Olimpia a personas que nunca ganaron nada. No veo por qué Navarro Montoya se tiene que molestar, si esto es una realidad... En definitiva, cada uno está en su lugar: los del Círculo de Periodistas Deportivos de Buenos Aires serán mediocres toda su vida y yo estaré en un nivel más arriba que ellos... —¿Alguien te dio una explicación de por qué le dieron el Olimpia a Navarro Montoya? --No, pero soy inteligente y saqué mis conclusiones: él es una persona muy dada, se acerca a todo el mundo, sabe hacer relaciones públicas, jamás haría declaraciones como las mías. No le gusta que sus dichos caigan mal. Y para algunos periodistas parece ser más fácil criticar a un jugador que les cae mal que a uno que les cae bien, aunque los méritos deportivos pertenezcan a quien les cae mal... —Y si no te molestó tanto, ¿por qué te fuiste tan rápido de la fiesta? --Porque tenía una reunión con unos italianos... —¿De algún equipo? --Sí, pero no me pidas detalles. Lo único que puedo adelantar es que se trata de un club grande. Se lo ve distendido, relajado y con muy buen color. Es que para no olvidarse del calorcito de enero, José Luis y su mujer, Marcela Pasioretti, cortaron el frío del Norte por unos días en el hotel Holiday Inn de Newport, Miami. Mucho mar, arena, paseos por Key Biscayne y recorridas por la ciudad. —¿Estás cómodo en Vélez? --Muy cómodo, pero los dirigentes son conscientes de que si aparece una buena oferta de afuera la hablaríamos... —¿Cómo es tu relación con ellos? --Excelente. Por eso he renovado por dos años más, algo muy poco común en el fútbol sudamericano. Pero si aparece una oferta, chau contrato... —Te lo pregunto porque se dice que los dirigentes de Vélez te quieren sacar de encima, ya que lo único que te interesa es la plata... --iClaro que me interesa la plata! Para eso juego al fútbol. Cuando envejezca y cuelgue los botines, ni Vélez ni el fútbol me van a dar de comer. Si lo comentó un dirigente y tiene algún problema, me gustaría que me lo diga en la cara. —También se habla de una oferta del fútbol japonés... --Es correcto. Me interesa jugar en Japón, ya he tenido contactos y me han hablado de condiciones. Las posibilidades están divididas por igual entre Italia, que me interesa por lo futbolístico, y Japón, que me seduce por lo económico. De vuelta por Nueva York, siguieron caminando la ciudad de punta a punta y “haciendo todo lo que hacen los turistas”: el paseo a la Estatua de la Libertad, donde treparon los 368 escalones hasta la corona; la visita a las Naciones Unidas, compras en shoppings como Macy's y Lord & Taylor y también algunos negocios del Soho y el “downtown” neoyorquino, entre ellos Armani. Mucha ropa sport, vestidos de noche para Marcela y camperas de cuero. —¿Cuál es el mejor arquero del fútbol argentino? --El nivel es muy bueno. A mí me gustan Nacho González, Bossio y el chico Guzmán, de las inferiores de Vélez. —¿Y Chilavert? --No me gusta incluirme, pero sé que estoy entre los primeros. —¿Navarro Montoya está en ese nivel? --Sin ninguna duda. No tengo nada personal contra él. —Después de aquel famoso gol de tiro libre, se habló mucho de tu relación con Trotta. ¿Cómo está hoy? --Muy bien. Su postura no le gustó a la gente, pero yo lo comprendo. Lo hablamos en el vestuario y todo quedó aclarado. —Cuando Vélez se coronó campeón del mundo y el plantel pidió 150.000 dólares para ir a "Fútbol de Primera”, ¿no se les fue la mano? --Pregúntale a Torneos y Competencias, que puso 40.000 dólares para llevar a Independiente cuando salió campeón local. Si lo proporcionás a haber ganado un campeonato del mundo, no creo que hayamos pedido demasiado... El Central Park, la Quinta Avenida, el Harley Davidson Café y Trump Tower son la escenografía elegida para la producción fotográfica. Desde lejos llega un grito anónimo que lo sorprende: “Grande, Vélez!”. Entonces el paraguayo sonríe complacido, emocionado... —¿Cuál es el objetivo para esta temporada? --Salir otra vez campeón con Vélez y llevarlo de nuevo a la cima del fútbol. Esa es mi principal motivación. Quiero hacerlo más grande de lo que es. Muchos dicen que ya ganamos todo y es verdad, pero eso es pasado. Debemos arrancar otra vez de cero. Como si no hubiera pasado nada... Desde Nueva York, U. S. A.:
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Diciembre 2017
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