José Luis Chilavert reconoció errores propios y del equipo, pero aseguró que pronto se volverá a ver el mismo fútbol que hizo brillar a los velezanos. Chilavert analiza desde el Arco este presente de Vélez y confía en que seguirán siendo protagonistas en el futuro. Es todo un caso, que el mundo del futbol tiene identificado. Propietario de una personalidad con actitudes en ocasiones difíciles de acompañar. Intérprete de un personaje del que es creador y guionista, algo que lo enorgullece en extremo, por el que luchó dentro y fuera de las canchas y del cual ni siquiera considera la posibilidad remota de negociar algún día sus "derechos”. Guerrero en esencia, la tranquilidad no está hecha para él. Ni toda la gloria alcanzada junto a sus compañeros en este Vélez histórico, que daba la sensación de indestructible y hoy perdió presión, pudo sedarlo. Siempre va por más y para eso crea sus propias batallas, que interrumpe para entrar en alguna contienda verbal no apta para políticos en campaña, de las que sale con la mejor cintura cuando las circunstancias lo aconsejan. El famoso "Niño" se empeña en demostrar, como se anuncia hará durante toda la temporada primavera-verano, que su "corriente" es continua y descarga otra de sus lluvias interminables en la tarde del viernes. Factor que suele contribuir a la extensión de charlas que, por más que pase el tiempo, "costumbres argentinas" diría Calamaro, tienen un café como excusa. La prolongada nota que José Luis Chilavert le dio a Noticias no fue la excepción. Después de muchos pronósticos sobre aburguesamiento o cansancio en un plantel reducido, Vélez se cayó tras un cambio de timón inesperado en la conducción. Un cambio para muchos inexplicable en su momento, que al perder participación en la lucha por nuevos títulos, generó versiones de cortocircuitos internos. Chilavert tiene la ventaja, por experiencia y por ubicación en el campo, de analizar el presente de Vélez desde una posición privilegiada. Un buen punto de partida para poner en marcha el grabador, y escucharlo sobre éste y otros temas... —¿Qué le pasa al equipo, José? --Yo veo un futuro espectacular en Vélez. Estuvimos cinco temporadas con un sistema, con el que nos fue muy bien, y ahora evolucionamos con uno nuevo. Por ahí la gente está un poco molesta porque hacemos goles pero nos convierten fácil. Todavía no encontramos un punto de equilibrio, que es lo que necesita un equipo, pero no tengo dudas de que Marcelo Bielsa sabe mucho de fútbol y que el plantel todavía no tocó su techo en este proceso. —¿Por qué les llegan tan fácil, cuando antes se daba a la inversa? --Por errores nuestros, no porque los rivales sean superiores. Hoy sólo River nos supera, los demás no creo. Vélez está por encima de ellos. Cuando existe un cambio, se necesita cierto tiempo y en este tiempo es lógico que se cometan errores; yo los cometí en varios partidos, lo importante es que cada uno trate de poner lo mejor. Estamos por el buen camino y vamos a volver a ser el equipo de antes. —¿Por qué cuesta tanto el cambio? --Es sencillo. Como te dije, estamos acostumbrados a un sistema. Ahora jugamos con tres en el fondo y hay jugadores que se adaptan rápido y otros no. También hay una dosis de fortuna en jugadas que en otras situaciones se iban afuera y hoy en día van adentro. No es cuestión de echarle toda la culpa al técnico, como hace cierta gente; acá el técnico no tiene nada que ver. Con su filosofía quiere lo mejor para Vélez, nosotros hacemos lo imposible y a veces se dan momentos de incertidumbre porque, por querer hacerlas bien, las cosas salen en contra de uno. Bielsa pone todo de su parte, el grupo también, y cuando se trabaja honestamente, se sale adelante. Es un mal momento, nada más. —¿Seis meses no es un tiempo como para incorporar un nuevo dispositivo táctico? --En seis meses Vélez no compró jugadores; al contrario, vendió. Es lógico que esto ocurra. Los otros equipos se han reforzado. A muchos le llama la atención que River no se caiga, pero River se reforzó bien. No es una excusa. Sin ninguna duda, en el próximo torneo Vélez va a ser candidato otra vez. —¿Este puede dar el mismo resultado que el sistema anterior? --No tengo ninguna duda. —¿Era necesario cambiar lo exitoso? --Siempre el técnico entrante tiene su filosofía de juego. A Marcelo le gusta este sistema, los jugadores lo aceptamos gustosamente y hacemos lo mejor para que funcione. —Pero, ¿te parece poner una fiambrería en un local donde el dueño anterior hizo diferencia vendiendo frutas? --Te pongo otro ejemplo. Un médico opera de una forma y otro especialista, de la misma categoría, tiene un método diferente. Siempre existen distintos sistemas que convencen a los técnicos. —¿Vos le cambiarías el médico a un paciente que anda bien? --En este momento yo no soy técnico, soy jugador. —¿Qué hubo de esas reuniones en las que se mencionó un cruce de Bielsa con los más grandes? --Para nada. Bielsa sabe mucho de fútbol y éste es un plantel inteligente, que va a asimilar lo que él pretende. —¿Qué les falta para salir a adelante? --Falta equilibrio. Ganar dos partidos seguidos será el puntapié inicial para la levantada. Jugamos un partido bárbaro, ganamos y en la otra fecha nos caemos. Me causa risa cuando se habla de peleas con Bielsa. Si perdemos partidos, perdemos prestigio y dinero. Con el técnico hay una onda terrible; es un hombre muy serio, que habla poco y respeta muchísimo al jugador. Esto sirve. —José, durante cuatro años la máxima virtud de este grupo fue la regularidad. Cuesta entender que no puedan ganar dos partidos seguidos... --Los jugadores importantes a veces cometemos errores infantiles; yo los cometí en varios partidos. Bielsa no tiene gran parte de culpa en este mal momento de Vélez, que no tengo dudas vamos a revertir para ser de nuevo el mejor equipo otra vez. —¿Cuál fue el rendimiento personal de Chilavert durante el año? --Muy bueno, no en un nivel excelente porque tuve altibajos. Tuve veinte días malos, pero después me recuperé. Un bajón lógico. —¿Qué pasó con el peso? ¿Estuviste tan excedido como se dijo? --No, nada que ver. Lo que ocurre es que tuve una lesión que me imposibilitaba pegarle a la pelota, me puse una inyección que contiene cortisona y estaba hinchado. Eso dio lugar a cierta prensa amarilla para pegarme palos y a algunos periodistas que quieren ganar notoriedad. Me trataron de bolsa de papas, pero me siento orgulloso de que estando gordo fui elegido el mejor arquero del mundo de nuevo. Y además hoy soy la cara visible de una empresa multinacional de gaseosas para el mundial. Esto es un orgullo que no me lo puede sacar nadie. — ¿Cuánto pesabas, por ejemplo, durante la Libertadores del 94 y qué peso tenés hoy? --En ese momento pesaba 92 y ahora peso 90 kilos. Estaban esperando el momento para pegar palos. Pasó lo de la cortisona y además cometí errores, entonces llamó la atención; pero también los mejores podemos cometerlos. —¿Proyectaste el futuro? --El presidente llegó, habló conmigo y me dijo que tengo que continuar en el club, pero si existe una oferta formal la van a analizar. Para mí esto es importante. Otra cosa importante es el Mundial, lo máximo para cualquier jugador. No soy de hacer proyectos porque uno nunca sabe lo que le espera más adelante. En este momento tengo contrato hasta el '99 con Vélez y después veré si continúo en la institución, o no; por ahí antes de que se termine el contrato soy transferido a otro club. —Sin fútbol, entonces, por ahora no. --No, no. Todavía no porque el fútbol es mi pasión de toda la vida. Tengo cuerda para jugar aunque nunca se sabe que cantidad de años. Por ahí, como le pasó a Ruggeri, uno se levanta un día y no tiene ganas de entrenarse. Son situaciones que a veces pasa el profesional. —¿A vos te pasó, o las ganas de entrenar están intactas? --Yo sigo entrenando con las mismas ganas. Pero no sé ese día en que momento me llegará. —Cómo es el tema de la rodilla? Se dijo mucho, anunciaste una operación y sin embargo seguís en el arco de Vélez. --Tenía un golpe muy fuerte en la pierna izquierda a raíz de un choque con un jugador ecuatoriano. Se hizo una resonancia magnética y por suerte determinó que está perfecta. Se me había hecho una adherencia, una fibrosis que afectaba el menisco, pero con trabajo con el kinesiólogo la verdad es que me recuperó muy bien y el menisco no está roto. —¿Cuál es tu escala de valores? --Para mí los valores de antes son los que sirven. Hoy en día no existen. Por ejemplo, el respeto hacia los mayores, que se ha perdido totalmente. Me duele muchísimo la inseguridad que se vive, que la gente humilde pase hambre y que los políticos no hagan nada. Son valores que me han enseñado mis padres, cuando era niño. La base mía hoy es el fútbol; así que, en definitiva, la escala de valores es primero mi familia, después el fútbol y fundamentalmente después del fútbol tratar de ayudar a la gente. —¿Qué lugar ocupa el dinero en esa escala de valores? --Sirve para ciertas cosas. Yo puedo ser multimillonario y tener un hijo con una enfermedad grave al que no puede curar el dinero. Hay que darle el valor justo. Yo defiendo mi contrato como la base de mi familia, en una profesión corta. Por eso trato de luchar siempre y mirar bien fijo a los ojos a los directivos cuando dicen que no tienen dinero para pagar. Siempre el mismo verso, hace años que escucho lo mismo. He sabido sacar buenos contratos, me defendí siempre solo y eso me ayudó a crecer de una manera más rápida y a generar un estímulo mayor. Me hace sentir orgulloso de lo que soy. —¿Qué definición darías del fútbol? --Mi trabajo. Le doy gracias a Dios porque uno hace lo que quiere, lo cuidan y es redituable. Si uno se maneja bien, sin dudas que es posible asegurarse el futuro. Muchos dicen que es una jungla, y lo es en el sentido que existe mayor competencia y hay que tratar de mantenerse si ya se llegó a la cima. Si se es exitoso los demás esperan que te caigas, entonces no hay que dar motivos. —¿El fútbol es un trabajo que te divierte? --Uno quisiera divertirse pero no se puede. Si quiero divertirme, lo hago con mis compañeros en los partidos informales de entrenamiento; pero para eso también hay días, porque si uno lo toma a la ligera siempre después el domingo pasan cosas que ya se han hecho en las prácticas. En un estadio lleno un profesional debe rendir al máximo para que su equipo pueda ganar, para eso nos paga el club. —¿Qué puede pasar con Paraguay en Francia? --Lo llaman el grupo de la muerte, pero jugar un partido de fútbol no significa la muerte. No tengo dudas de que Paraguay le va a dar guerra a todos y puede ser sensación del Mundial. Tiene juventud, tiene experiencia y principalmente sus jugadores son ganadores. Paraguay es un equipo con mentalidad muy ganadora; prefiero ir fase por fase, encarar bien todo y cada partido que uno pase el grupo se fortalecerá cada vez más. Entre un Agradecimiento Eterno y Algunos "Palitos" Chilavert, se sabe, contribuyó en mucho para que Vélez se meta en la historia grande del fútbol. Sus hinchas, a los que tantas veces puso al borde de la locura con sus hazañas, lo reconocen como estandarte de un grupo que les cambió la mentalidad. Sin embargo, cada tanto, como ocurre por estas horas, amenaza con poner fin al idilio. —Muchas veces se te escuchó decir que tu ciclo en Vélez está terminado. ¿Es una estrategia para mejorar el contrato? --Muchos lo toman así. Pero no lo es porque tengo contrato hasta el 99. Lo que está claro es que si me tengo que ir lo haré por la puerta grande. Lo que pretendo es que se sepa valorar lo que he hecho por esta institución, a la que voy a estar agradecido toda mi vida. Si me voy, quisiera irme como Bianchi por ejemplo; de una manera espectacular para que la gente me recuerde siempre. —Si no es una estrategia, ¿qué buscás cuando hablás de fin de ciclo? --¿Qué busco? Principalmente que los directivos se acerquen a uno, porque hoy en día están un poco alejados del plantel y no sentimos el apoyo que un jugador debe tener para encarar cosas importantes. Eso es lo que siento y como referente del grupo lo tengo que decir. —Por lo que comentás hay algo en Vélez que no anda bien. --No sé en qué sentido puede andar mal. Por ahí económicamente no esté de lo mejor. Antes ganando cosas se iba apuntalando todo; hoy hay una diferencia porque los directivos no están volcados netamente con los profesionales como fue en años anteriores. No estoy al tanto de lo que pasa en el club, pero se nota en el pago de premios y contratos que la relación no es igual con nosotros. —¿Los dirigentes no se acercan porque no hay plata? --Por ahí una persona como el presidente es el único capaz para sobrellevar una carga tan pesada como es mantener Vélez, y principalmente el único capaz de resolver situaciones. —¿Una sola persona en todo el club? --Capaz que no asumen el rol que realmente tienen para acercarse y hablar con el plantel; hoy somos los jugadores los que tenemos que ir a buscarlos a ellos para dialogar de ciertas cosas. Bianchi fue el Mejor DT que Tuvo en su Carrera Cuando llegue el momento va a ser para seguirlo de cerca. Por ahora continuará, sin haberse puesto un límite, dándole felicidad a algunos y fastidiando a otros desde adentro del campo. Pero se viene el José Luis Chilavert técnico, y los jugadores de mañana que estén bajo su conducción tendrán que ser capaces de asimilar una personalidad como la del paraguayo. El hombre no se pronuncia abiertamente, pero en el futuro espera una oportunidad de su actual club. —¿Vas a ejercer? --El primer año ya lo tengo adentro y me queda uno más; es una forma de ganar tiempo. Como te dije, no se sabe lo que espera más adelante. Me encantaría dirigir porque seguiría ligado al fútbol, que es la profesión de uno de toda la vida. —Existen casos de grandes jugadores que no funcionaron como técnicos, ¿no temes que tu carácter fuerte te haga chocar con los jugadores? --Si tuviera miedo no podría estar jugando al fútbol. Fíjate que con los palos que me han dado desde que llegué a la Argentina en el 85, tendría que haber abandonado hace rato. Sigo con lo mío y con los valores que me dieron resultado. Siempre digo que el que no arriesga no puede ganar, como le pasó a Ramón Díaz. Al comienzo lo mataron, dijeron que era el peor y hoy pasó a ser el mejor técnico; me pone contento lo que le pasa y el respaldo que le brindan los directivos. Si uno trabaja y es honesto con uno mismo a la larga triunfa. —¿Vas a dirigir a Vélez? --No sé (sonríe). Me gustaría, como a todos, cualquier equipo con aspiraciones de salir campeón. Pienso que Vélez en su momento me dará la oportunidad, espero tener la suerte de mi lado. —Lo estudiaste a Bianchi durante los tres años que estuvieron juntos? --Es el mejor técnico que pasó en mi carrera, aparte de una gran persona, y uno de los modelos que podría adoptar el día de mañana. Lo que más me llegó de él es que nunca trató mal al profesional, tampoco te pasa la mano por la espalda; si te tiene que decir algo te lo dice pero tranquilo, sin levantar la voz. Por eso Vélez llegó tan lejos; se van a sorprender, pero con Bielsa también vamos a llegar lejos. UN HOMBRE DE GESTO DURO, PERO AMADO POR LOS CHICOS Hablamos, en el comienzo de la nota, de posturas de José Luis Chilavert difíciles de comprender y aceptar. Algo que contrasta, de una forma tan rotunda que sorprende, con la reacción de los chicos cada vez que se lo cruzan en el club, y de él hacia ellos. De la mucha paciencia y cariño que tiene con los pibes, y la poca que demuestra con los rivales también charlamos con el arquero de Vélez. —Algunas actitudes tuyas descolocan, como la agresión a Asprilla en las eliminatorias, o tu reacción contra Gallardo hace algunos días. ¿Por qué te desbordas? --El tema de Paraguay es sencillo. Asprilla me escupió todo el partido, me pegó una bofetada cuando pisó a Ayala faltando seis minutos y me acerqué a encararlo, y encima el árbitro me cobra penal y nos expulsa a los dos para lavarse las manos sin haber visto nada. Pensé todo eso y me dije: a éste lo tengo que matar. Son segundos en los que hay que estar en la situación del jugador. Con Gallardo todo el mundo habla que lo agarré del cuello, pero si ven la jugada él mete la patada por debajo de los testículos que me produce fisura de coxis. Pero ocurre que el malo de la película es Chilavert. No soy un santo dentro de una cancha, pero son accidentes que ocurren en un segundo con las pulsaciones tan altas que a veces lo traicionan a uno. En realidad nunca me expulsaron por ser un tipo agresivo, por pegar codazos o meter una patada alevosa a un rival. Las expulsiones mías fueron por hacer tiempo, o qué sé yo, porque el árbitro me vio hablando con un rival. —No, un santo precisamente no pareces... --Trato de hacer lo mío, como hablan todos. Por ejemplo, para muchos Francescoli es un santo pero también tira codazos, pega patadas y nadie dice nada. Gallardo es un gran jugador de fútbol y también mete. La prensa no los mide de la misma forma que me miden a mí. La patada que le pega Burgos a Casartelli, si la pegaba yo me daban quince fechas y la prensa hubiera dicho que soy un asesino. Por eso a Proietto le dije en el programa en que trabajo ("El Deportivo", Telefé), cómo puede ser que en la misma semana en “El Gráfico" de acá me pegan palos y en el de Paraguay soy tapa. Ahí te das cuenta cómo se maneja cierta prensa. —¿Cómo explicas tu ascendencia con los chicos, con un gesto duro como el tuyo? --Muy simple. Ellos no tienen maldad. Te quieren o te odian. Si no te quieren, ni te dan besos ni te saludan y te dicen que sos un desastre. Saben que soy sano y fundamentalmente cuando hablo con ellos me pongo a su altura; ven en mí a un ídolo y trato de no defraudarlos. No es solo acá, en cada país que voy la prensa suele sorprenderse con esto. Me encantan los niños, siempre tuve carisma con ellos y gracias a Dios me quieren. Figúrate que Stallone y Schwarzenegger hacen películas violentas, con roles que generan violencia e igual son ídolos. —Con otro perfil, en el plantel tenés un competidor con los pibes en el "Turco" Asad. --El "Turco" es un fenómeno. Una de las personas más encantadoras que hay en este plantel de Vélez. Es un fenómeno como compañero, además de haberle dado satisfacciones al club; y se las va a seguir dando, porque es un hombre que tiene muchas condiciones y sin lugar a dudas lo extrañamos dentro del equipo. Café de por medio, analizamos con Chilavert el presente y el futuro de Vélez. WALTER CHIARELLA
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Diciembre 2017
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