Dos bombas de estruendo lesionaron a Chilavert, que dejó la cancha, pero siguió River-Vélez. por CARLOS LOSAURO Cuando vi a José Luis Chilavert que se iba solo al vestuario del estadio Malvinas Argentinas, de Mendoza, me dio vergüenza ajena. Fijé mi vista en el televisor y no podía entender que el árbitro Claudio Martín no suspendiese el partido tras la segunda bomba de estruendo que había aturdido al arquero de Vélez, que tomó una actitud lógica: se fue de la cancha frente a tanta impunidad. La primera bomba estalló cuando Chilavert ocupó el arco que, a sus espaldas, ocupaba la hinchada de River; la segunda, tras el gol de Netto, a los 16 minutos del primer tiempo. En uno y otro caso, con Chilavert quejándose: —“¿Qué va a esperar, que me saquen un ojo?”, le dijo al árbitro Martín--, no hubo una actitud de solidaridad para con el arquero paraguayo. Sus compañeros de Vélez seguían moviéndose durante los diez minutos en que estuvo suspendido el partido; los de River, lo mismo. No salí de mi asombro cuando Eduardo Manera, técnico de Vélez, ordenó que el arquero suplente, el juvenil De Lafuente, de 21 años, entrase en lugar de Chilavert; más aún cuando siguió el cotejo. Evidentemente, era una noche insólita: el gerente de Vélez, Bernardo Beker, habló por TV en el entretiempo y sumó otra desprolijidad. “Vélez sigue el partido porque tiene una tradición, un prestigio...” De Chilavert, de su estado físico, ni una palabra; que el primer tiempo tuvo un descuento de 4m30, cuando estuvo parado diez, tampoco. Ahora sigo de reojo la TV y opto por la radio. Desde los vestuarios, el cronista de radio Rivadavia sale al aire y comenta que el árbitro Martín le dijo que la primera bomba estalló sobre el alambrado y, la segunda, a cuatro metros del arquero. No lo puedo creer. O sí, si imagino que la única manera para una suspensión es una muerte en plena cancha. Ya no miro la TV de reojo ni escucho la radio. Nuestro cronista, en Mendoza, Pablo Tomino, es quien me informa. Es concreto: el médico de Vélez, Ricardo Coppolecchia, aclaró que Chilavert tenía un cuadro acústico. Un rato después, Tomino amplía su informe. “El médico mendocino Luis Cichitti, que estaba en la cancha, revisó a Chilavert y dictamino un traumatismo en el oído derecho y recomendó que fuese llevado a la clínica Godoy Cruz, de Mendoza”. Ya no tengo tiempo para nada. Sólo para enterarme que Vélez le ganó a River por 2 a 1, mientras Chilavert era atendido por la consecuencia de dos bombas en pleno partido. Vélez festejó sobre el final Venció a River por 2 a 1; Camps anotó en el último minuto. MENDOZA.- En un partido que debió ser suspendido por la agresión que recibió Chilavert, Vélez derrotó por 2 a 1 a River en la segunda fecha de la Copa Ciudad de Mendoza. Pasado mañana, River se enfrentará con San Lorenzo, que con un empate se quedará con la segunda copa de verano. Muy poco dejó el primer tiempo. Apenas un violento tiro libre de Javier Netto que pasó entre la barrera de Vélez, dejó --una vez más— estático a Chilavert y provocó el grito de gol de los hinchas de River, que, como festejo, le tiraron un petardo al arquero y el partido fue suspendido durante diez minutos. Se fue Chilavert y entró Dela Fuente, como si nada hubiese pasado en el estadio Malvinas Argentinas. Y el partido siguió... con su anodino ritmo de verano. River careció de peso ofensivo porque Berti y Netto no terminaban de hacerse cargo del equipo y de esta manera Saviola y Rambert quedaban muy solos en el campo adversario. Vélez no se diferenció mucho de su rival y ofensivamente dejó más dudas que certezas. Pandolfi, Camps y Morigi no terminan de conformar el triángulo creativo del equipo de Liniers y eso se sintió. En la segunda etapa Vélez se encontró con un tempranero penal que Acosta le cometió a Zandoná y que Camps, con un violento remate transformó en gol. Con el empate, el partido cambió de ritmo sólo por unos minutos. Y River respondió con una buena aparición de Saviola, que De la Fuente desvió con las manos. A partir de allí, gracias a que Berti levantó considerablemente su nivel, el equipo de Ramón Díaz mostró una mayor vocación ofensiva con Saviola como abanderado. Pero todo lo bueno que hacía el juvenil lo arruinaban Juan Pablo Ángel y Castillo, que fueron silbados cada vez que tocaron la pelota. Cuando menos se esperaba Morigi habilitó a Camps, que con un cabezazo en el borde del área grande venció a Bonano y profundizó la preocupación que existe en River. CARLOS LOSAURO Y PABLO TOMIN
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Diciembre 2017
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