El viernes 22 de marzo de 1996, José Luis Chilavert, el arquero de Vélez Sarsfield, metió un golazo de tiro libre desde 60 metros. Doblegó a su colega de River Plate, Germán Burgos, y entró en la leyenda del fútbol. Finalmente, su equipo venció 3-2 en dramático epílogo. “Se va el Enzo... La quiso... Huy, ay, ay, ay... Francescoli, al ir a pelear la pelota, lo encontró justo en el cruce a Cardozo. Se va a disculpar Francescoli... Hay tiro libre para Vélez... Lo hace Chilavert queriendo sorprender a Buuurgoosss... iGooooooooooooooollllllllll! ¡lncreíble! iGooooooooooollllllllll! iChilavert, increíble! iGoooooooooolllllllllll! Un gol para todos los tiempos... Chilavert tomó el tiro libre desde su campo. Tres metros en su campo por lo menos, la pelota voló por arriba de Burgos adelantado, Chilavert convierte un gol para todos los tiempos. Un épico gol de Chilavert. Corra paraguayo, festéjelo, dé una vuelta olímpica que lo van a aplaudir hasta los silenciosos hinchas de River... Lo que acaba de hacer Chilavert ha sido tremendo... Lo bajó Francescoli a Cardozo en el cruce de ambos, quedó la pelota allí, unos protestaban, otros miraban. Vino Chilavert, hizo el tiro libre, sorprendió adelantado a Burgos. Y la pelota viajó toda la noche. Viajó por todo lo alto, atravesó la lluvia y cuando picó, picó adentro del arco con el pobre y desesperado Burgos queriendo dar un paso atrás. Hundiendo su mano en la noche sin esperanzas... iChilavert, se mete -si ya no estaba- enorme y grandemente en la historia del fútbol con un gol de tiro libre desde su campo!... Haciendo volar la pelota metros y metros, más de cincuenta metros voló esa pelota para convertirse en el segundo gol de Vélez... Vélez le gana a River 2-1, pero hasta el resultado de este partido será una anécdota porque todo será superado por el increíble, fantástico, maravilloso y nunca visto gol de José Luis Chilavert. iFesteje paraguayo!” Así lo relató VÍCTOR HUGO MORALES por Radio Continental Infografía: Roberto Fernández / Grafimax ******************************************************************************* GRANDIOSO CHILAVERT No hay ninguno igual El paraguayo en la cúspide: le hizo un histórico golazo de tiro libre a River. Fue un momento especial, irreemplazable y único, probablemente el más increíble en los 65 años que lleva el profesionalismo en la República Argentina. Instante mágico al que habrá que atesorar por los tiempos de los tiempos e incorporar para siempre al Libro de Oro del Fútbol Argentino. Viernes 22 de marzo de 1996, a las 23:35 horas de una noche lluviosa y futbolera como tantas. Pero que entregó una joya que jamás había obsequiado ninguna: 20.000 testigos -que con el correr de los años seguramente se transformarán en millones, como en tantos otros hechos liminares de nuestra historia, vieron con asombro cómo José Luis Félix Chilavert metía un impresionante golazo de tiro libre desde 60 metros. Ponía en ventaja a Vélez Sarsfield sobre River Plate por 2-1, dejaba atónito al siempre distraído Germán Adrián Ramón Burgos y hacía delirar a sus hinchas hasta el éxtasis de la incredulidad y la locura. Eso era mucho, pero no era todo. El gran arquero paraguayo acababa de dar un paso gigantesco para ganarse por siempre un lugar en el Hall de la Fama del Fútbol Planetario. Dejando marcados hitos imperdibles que deben quedar asentados para las generaciones venideras... ►Sólo una vez a lo largo de los 89 campeonatos oficiales de Primera División -incluyendo al actual Torneo Clausura '96- organizados desde 1931 a la fecha por la Asociación del Fútbol Argentino, hubo un jugador que convirtió un gol desde distancia más lejana. Fue el 24 de noviembre de 1940, cuando el defensor Miguel Angel Garavano, de Ferro Carril Oeste, derrotó desde 70 metros a Isaac López, el arquero de Chacarita Juniors. Garavano tomó de sobre pique un saque con el pie del golero, realizado desde el borde de su área grande. Cuando López quiso volver, ya era tarde, según el relato que Borocotó escribió en EL GRÁFICO: la pelota ya estaba en su red... El inédito gol se logró en la vieja cancha de Chacarita, ubicada en el barrio de Villa Crespo, en el mismo lugar que ocupa actualmente el estadio de Atlanta. Aquella tarde jugó para los Funebreros un joven llamado Juan Carlos Lorenzo y el partido finalizó 2-2. ►Chilavert se transformó, con tres tantos, en el arquero más goleador de nuestro profesionalismo. Con la conquista ante River superó el tope de Alberto Parsechián, quien convirtió dos goles -ambos de penal jugando para Independiente de Trelew en el Campeonato Nacional de 1972. De esta manera unió su nombre al de otro paraguayo magistral, Arsenio Erico, quien con 294 goles sigue siendo el máximo anotador de nuestras canchas. Otro hijo pródigo de la noble tierra colorada y guaraní. Esa donde se refugió con su orgullo y su vanidad el propio Chilavert. El sábado 23 de marzo, a las 08:50 horas, abordó el vuelo número 1216 de Aerolíneas Argentinas para volver a Luque, a la casita de los viejos. Los mismos padres que lo acompañaban en el avión. Don Félix Catalino Chilavert, en plena recuperación de una afección cardíaca, y doña Nicolasa González. Los mismos que lo dejaron solo para que rebobinara tranquilo la película de su gloria personal, a 10.000 metros de altura... El foul de Enzo Francescoli a Raúl Ernesto Cardozo, a los 21 minutos del segundo tiempo... La carrera de Chilavert hacia el lugar del choque. Con la inteligencia suprema del disimulo para consumar la gran hazaña. Todos pensaron que su pique era para copar la parada contra el Príncipe, pero él utilizó al conciliábulo como una inteligente coartada. Fue rumbo a la pelota, con el arco entre ceja y ceja, la zurda preparada para fusilar, después del grito dirigido a Carlos Mastrángelo, el juez que se interponía en el camino del balón hacia la gloria... —¡Agachate que pateo...! Pateó y todo estalló en mil pedazos. Con la misma fuerza con la que sigue opinando. No a favor de la nueva proeza consumada. Porque pelos en la lengua nunca tuvo. Y menos ahora... --No descubro nada si digo que el fútbol es picardía. Hay que tener un poco de viveza en la cancha. Cuando lo vi al Pacha Cardozo tirado en el suelo, me acorde de que el reglamento dice que no hace falta esperar la orden del silbato si no se pide barrera... Lo observé a Burgos mirando pajaritos y se la tiré por arriba... Esto le va a servir a él para que aprenda que hay que estar concentrado durante los noventa minutos de juego. Es un buen arquero, pero todavía debe evolucionar mucho: no tiene que desentenderse de la pelota por más lejos que pueda estar. Ahora, Higuita se va a tener que preocupar por hacer un gol de media cancha. Pero él no tiene en la pierna derecha la potencia que yo tengo en la zurda... El que sí se pagaba con dinero era su pase, tasado en 3.000.000 de dólares. River Plate estuvo a punto de llevárselo en el mes de enero pasado, pero retrocedió ante una cotización supuestamente astronómica. A cambio de quedarse sin el mejor arquero del mundo, las materias grises encargadas de regir los destinos del club de Núñez prefirieron gastar 4.323.000 dólares por las transferencias de Roberto Oscar Bonano, Juan Pablo Sorín (a préstamo), Marcelo Alejandro Escudero, Leonel Fernando Gancedo y Ramón Ismael Medina Bello. Ninguna estrella, algún proyecto fallido que quiere volver a ser, una promesa retornada de Italia y un joven veterano que desilusionó en su regreso a la Casa de la Banda Roja. Una relación particular y pendular la de Chilavert con River Plate... En 1988 estuvo practicando durante 22 días con el plantel profesional, bajo el mando de César Luis Menotti. Sobrevino la lesión de Sergio Javier Goycochea que abortó en parte el doble trueque-Goyco y Néstor Raúl Gorosito por Chilavert y Darío Andrés Siviski- y la decisión del coach de bajarle el pulgar al paraguayo. Quien tenía sólo 23 años y evolucionó mucho con el paso del tiempo. Para llegar a los 30, a este presente sin rencores, pero por siempre polémico y frontal... No tengo nada en contra de la gente de River, todo lo contrario. Les deseo que puedan obtener la Copa Libertadores de América este año y que volvamos a encontrarnos en el '97 en este torneo. Guardo muy buena imagen del doctor Alfredo Dávicce y del resto de los dirigentes de River, y ojalá que tengan la mejor de las suertes. Este gol que hice ratifica que soy el mejor arquero del mundo. Yo tiré al arco desde 60 metros no para que Burgos me la atajara o para cargarlo, sino para que fuera gol y mi equipo triunfe. Juego al fútbol para ganar, en el fútbol no existe la amistad. Nosotros vivimos de esto y debemos tratar de ganar plata, así tener una buena base para cuando lleguemos a viejos... Jamás me hubiera sorprendido un disparo como lo sorprendió el mío a Burgos porque sigo el juego permanentemente. Amadeo Carrizo dice que Burgos es el mejor arquero que hay en el país... Esa es una falta de respeto para quienes atajamos en otros equipos. Carrizo se equivoca. ¿O se olvida de cuando arrugaba en los partidos contra Boca o en la famosa final de América contra Peñarol? Cuando nos cruzamos por la calle Florida, me palmea la espalda y me dice que soy un fenómeno. Y después sale diciendo que Burgos es el mejor. Lo respeto porque es un señor mayor, pero está un poco envidioso y celoso de mí... Chilavert en estado natural. Como cuando ya había terminado el partido con River y se lo volvió a consultar... --José Luis, a algunos les molestó que dijeras que "Burgos estaba mirando los pajaritos" o algo así. Entre otros, a Luis Islas... --En principio, yo dije que los arqueros no deben mirar los pajaritos. Y yo me incluyo en ese principio... De todas maneras, me preocuparía si se hubiera molestado Peter Schmeichel o Preud'homme, arqueros a quienes yo respeto y que alguna vez fueron nominados como los mejores del mundo. Jamás cuando la crítica venga de alguien que fue echado de todos lados y por eso termino atajando en Platense. Me importa la gente que deja algo, no aquella que a la que nadie quiere... Tómelo o déjelo en la faz de las relaciones humanas; pero tómelo o tómelo en el aspecto futbolístico. El hombre se inspira en jornadas de lluvia. El agua bendita también lo mojó en las dos ocasiones anteriores en las que se anotó en el resultado. No hace goles anecdóticos. Hace goles que sangran y duelen, que saben a gloria de triunfos que dejan su huella. Así lo hizo el martes 8 de junio de 1993, cuando batió de penal a Arturo Marcelo Yorno, por entonces arquero de Estudiantes de La Plata, poniendo el 1-1 definitivo y permitiéndole asegurar a Vélez Sarsfield el primer puesto en el Torneo Clausura. Que se transformaría en locura de campeonato ganado después de 25 años de abstinencia apenas unas horas más tarde, cuando Independiente empató 0-0 con Belgrano de Córdoba. Así lo hizo el domingo 2 de octubre de 1994, cuando derrotó a Marcelo Luis Pontiroli, golero del Deportivo Español, con un tiro libre desde las puertas del área. Dejó la pelota colgada del ángulo superior izquierdo, rubricando el 1-0 a favor de su equipo. Se jugaban segundos de descuento... Así volvió a hacerlo el viernes 22 de marzo de 1996, cuando apenas un par de minutos después de haberle tapado un mano a mano a Ariel Arnaldo Ortega que era el 2-1 para River, se mandó la genialidad de clavar un espectacular tiro de emboquillada desde 60 metros de distancia, que fue el 2-1 para Vélez. No sólo evita los que van hacia su arco: también se encarga de meterlos en el de enfrente... Y de explotar, además, en el delirio del festejo, mientras los abrazos de sus compañeros lo buscaban como quien busca estrechar a una deidad... --iPapá, papá, es para vos, papá...! Estaba con el cielo en las manos y se acordaba de don Félix, quien en ese momento, en la casa de la familia en Buenos Aires, jugaba una pulseada entre la emoción y el corazón curtido por tanto batallar para vivir. Tragó saliva con el empate de Hernán Jorge Crespo... Y estalló con el cabezazo triunfal de Hugo Marcelo Herrera. Se apretó con los suyos y los ajenos en el final de una noche inolvidable. Recibió el piropo de Bassedas: “River tiene a Enzo, Boca tiene a Diego, y nosotros te tenemos a vos iChila, sos un genio!” Volvió a meterse en la leyenda sin pedir permiso. Con determinación, con coraje, con prepotencia de talento. A lo Chilavert. Sólo 20.000 testigos podrán decir que estaban esa noche histórica en el estadio "José Amalfitani". Pero no podrán sentirse celosos si millones reivindican su presencia en el Fortín de Liniers. Porque la epopeya deportiva de José Luis Félix Chilavert no es de nadie. Ni siquiera de él. Es patrimonio del fútbol mundial. Y el recuerdo de su obra maestra será eterno como el tiempo. ******************************************************************************* AHORA ES FACIL SER HINCHA DE VELEZ Por JORGE GUINZBURG Llovía muy fuerte cuando llegué, sobre la hora, hasta el estacionamiento cubierto del estadio. Al bajar del auto, me encontré con Pichino Carone. Al verlo, recordé la primera vez que vi, que viví, cuando Vélez le ganó a River. Fue hace mucho tiempo, tanto que también recordé -inevitablemente, que tenía muchos kilos menos y muchos pelos más. En ese entonces, ir a la cancha era una ceremonia que compartía con mi viejo. Almorzábamos temprano para poder ver también la tercera, nos subíamos al poderoso Izard 700 amarillo y partíamos llenos de ilusiones y muy pocas esperanzas. Es que Vélez, en ese entonces, no nos tenía tan mal acostumbrados como hoy y cuando los rivales eran Boca, River, Racing, Independiente o San Lorenzo, volver con un empate era un triunfo. Prendíamos la radio para que el Gordo Muñoz nos confirmara la formación que teníamos aprendida de memoria desde la mañana temprano y no parábamos hasta tres o cuatro cuadras del Monumental de Liniers. Buscábamos un espacio donde ningún otro auto pudiera entrar, bajábamos y la gran aventura era terminar de estacionarlo a mano, agarrando juntos el paragolpe trasero para levantar el autito. Si nunca probaron hacerlo, no saben lo que se pierden, sobre todo cuando uno lo comparte con el viejo que inmediatamente pasa a la categoría de súper héroe. Siempre pienso qué raro sentimiento sadomasoquista nos llevaba a repetir la ceremonia que se completaba los lunes, cuando -en el colegio- me cargaban por la derrota. Pero ese domingo fue distinto, tal cual lo recordamos esta noche con Pichino. Vélez parecía una máquina, a tal punto que en poco tiempo se había colocado 20. Era un milagro, un milagro para el que no estábamos preparados. ¿Sería posible que el lunes, en el colegio, fuera yo el que cargara a Alfredito Firstenfeld, a Donadio, a Cosentino y a todos los Gallinas del quinto tercera del Nacional Urquiza turno tarde? Parecía que sí, hasta que la cosa se dio vuelta y River... empató. Volvía la historia de siempre y todavía faltaba mucho. Podíamos perder. Pero el milagro volvió y Vélez terminó ganado 4-2, con un memorable gol de taquito de Pichino al mismísimo Amadeo Carrizo. Sí, un gol de taquito, imposible, al legendario, al genial, al mejor arquero de todos los tiempos. Rectifico. Al mejor arquero de casi todos los tiempos. Porque hoy hay otro genio: José Luis Félix Chilavert. Y otro gol memorable. Y otro triunfo para festejar. Vélez le ganó a River, pero desde el ‘93 eso no es tan raro. Uno, tal como dije al principio, está mal acostumbrado, va a la cancha preparado para festejar, las vitrinas están llenas de copas, periodistas y técnicos que eligen al equipo de mis amores como el mejor de la Argentina y siempre es candidato a campeón. Claro que el Paragua se las arregló para sorprendernos a todos esa noche con un gol "anormal", tal como lo definió el Pelado Bianchi en caliente, al terminar el partido. Vélez venció a su destino: un club que era chico -ya no lo es, y que por lo tanto tenía que conformarse con su rol de partenaire, hoy puede ser campeón en cualquier momento. Y todos lo aceptan así. Chilavert también venció a su destino: un arquero tiene que evitar goles y Comerse los insultos cuando no lo logra. Él, en cambio, se convirtió en cañonero, en goleador, en verdugo de otro arquero. Y yo, hoy, después de tantos años, le tengo que agradecer a mi viejo el ser hincha de Vélez. Seguramente no fue fácil para él lograrlo en ese entonces, cuando todo era sufrimiento y mitad de la tabla. Si lo consiguió, habrá sido por fana, pero sobre todo por buen padre. Hoy mis hijos también son hinchas de Vélez y me acompañan a la cancha. Eso me hace pensar que yo también soy un buen padre, pero la verdad es que ahora, ser hincha de Vélez, es mucho más fácil. ******************************************************************************* CON CHILAVERT Y BURGOS ES MUCHO ROBO Por JUVENAL Tener a José Luis Chilavert en el arco representa para Vélez jugar con doce. Por todo lo que transmite espiritualmente y es capaz de hacer, en su misión específica de atajar, como iniciador de ataques a fondo con sus poderosos zurdazos y metiendo goles. Como Boca en los grandes tiempos del Loco Gatti, jugando Chilavert, el Fortín tiene robo. Si le agregamos que en el arco de enfrente está Germán Burgos, lo de Vélez contra River ya pasa a ser afano... El zurdazo formidable de Chilavert desde más atrás de la media cancha. Su admirable repentización para imaginar que, con todo el mundo distraído por el foul de Francescoli al Pacha Cardozo, podía sorprender con un gol que no existe. Su determinación para salir corriendo del área, pedirle al juez que se agachara para no taparle el remate y pegarle como le pegó... Todo eso resultó demasiado para un arquero contrario que ataja sin dar rebotes, que tiene arrojo y valentía, pero que vive en estado de permanente sorpresa. Ante el tiro libre de Chilavert estaba desconcentrado, reaccionó tarde, mal y lo batieron desde casi sesenta metros. Lapidario. Pero no fue su única falla. Cuando terminaba el primer tiempo, que River tenía dominado en el resultado y en el plano psicológico, Burgos agrandó a Vélez con varios errores seguidos, perdiendo balones que eran suyos. Apenas comenzado el segundo, se paró mal cuando llegaba Bassedas por la izquierda, apretado por dos defensores, dejó pasar sin reacción el centro mordido y posibilitó el empate de Pandolfi. Enfrente estaba la contracara: Chilavert tapaba el segundo gol de River, mano a mano con Ortega. Las diferencias entre ellos se dieron entonces más allá de ese explosivo gol del paraguayo. Por eso ganó el Fortín en un encuentro de poco nivel técnico pero de altísimo clima dramático; en suma, un gran espectáculo de fútbol. Por eso y porque Guillermo Daniel Rivarola no tiene recursos para jugar de lateral izquierdo. Mientras Cedrés funcionó como un tres bis, achicándole el terreno a defender, se las rebuscó. Cuando debió cruzarse para impedir el cabezazo de Pandolfi en el empate, le pasó lo de siempre: llegó tarde. Y cuando Cedrés fue reemplazado por Gallardo, que tiene alma de delantero, Rivarola hizo lo único que sabe: cometer infracciones, ceder saques de banda y tiros de esquina. En el último corner de la noche, surgió el cabezazo de Herrera - ¿me creerá si le digo que también Almeyda llegó tarde una vez más?-, la estirada del pobre Burgos acompañando su trayectoria y el triunfo del que lo había buscado con más ganas. EL ADIOS A MASTRÁNGELO A los 48 años de edad, Carlos Mastrángelo se retiró del referato. Lo hizo el viernes 22 de marzo de 1996, en la histórica noche en la que José Luis Chilavert hizo un gol desde 60 metros del arco de Germán Adrián Ramón Burgos. Precisamente, esa acción marcó una de las pocas acciones del juego donde sus reflejos reaccionaron con velocidad. Al grito de “Agáchate...!” del paraguayo, se corrió en el momento justo de la trayectoria de la pelota, que finalizó en la red del arco de River Plate. El juez cometió varios errores, el peor de ellos fue un claro penal no sancionado: iban 18 minutos del primer tiempo cuando Flavio Zandona derribó a Enzo Francescoli en el área velezana. A Mastrángelo se lo vio tenso y dubitativo a lo largo de los 90 minutos. Recién se soltó cuando pitó el final y Francescoli-olvidando errores absolutamente humanos y Trotta se acercaron para ofrendarle sus camisetas en la emotiva despedida. Se fue un buen hombre y un discreto árbitro, que hace pensar en que algunas designaciones del Colegio de Árbitros se basan en criterios equivocados. Si había que despedirlo como su bonhomía merecía, lo más indicado era comprar algunas docenas de sándwiches y masas y brindar con rubio champagne. No designarlo para el partido top de la jornada, que siempre debe ser custodiado por alguno de los mejores soplapitos del país. ALFREDO ALEGRE
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Diciembre 2017
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