Dice que es el mejor arquero del mundo. Lo grita a los cuatro vientos. Pocos se atreven a contradecirlo. El viernes dio una nueva muestra de lo que es capaz de hacer. Desde el arco de Vélez llegó a lo más alto. ¿Cuál será su próximo desafío? José Luis Félix Chilavert tiene las cosas claras. En su vida existe el blanco y el negro. No necesita transitar por los grises intermedios de la cómoda diplomacia. Y si de colores se trata, defiende a muerte a aquel que le paga. Es profesional pero no mercenario, porque una vez adentro no cambiará de bando por nada del mundo. No tiene representante. Todos los famosos agentes que suelen defender los intereses de jugadores se morirían con tenerlo en su agenda. Pero más de una vez él ha dicho que no necesita de los que se hacen ricos a costa del esfuerzo ajeno. Y no le falta razón. “Soy el mejor del mundo”, dijo una vez hace años y esa frase la repitió cada vez que se le fue consultado al respecto. Pareció agrandado, desubicado e irrespetuoso. Pero había conseguido su meta: que todos hablaran de él y que tomaran partido, en su favor o en su contra, pero jamás transitando la indiferencia o la neutralidad. El tiempo se encargaría de demostrar que la realidad de su frase vencería a la supuesta pedantería. Para acceder al reconocimiento debió apelar a todos los recursos: evitar goles, hacerlos, atajar penales, patear tiros libres, discutir, pelearse con rivales, con ex compañeros, con el mismísimo diablo, si fuera necesario. Pero esta es una historia que tiene su prólogo. ►Un origen Siempre quiso triunfar. Lo soñó de pibe en las cálidas calles de tierra de su Luque natal, un suburbio de Asunción, mientras correteaba una pelota, uno de los pocos divertimentos que le permitía su condición social y económica de entonces. Sus ganas por llegar eran grandes, como grandes, también, los obstáculos. De por sí no es muy fácil acceder a la cima del fútbol mundial, mucho menos desde el puesto de arquero de un club de barrio de un país que no ocupa las primeras planas del protagonismo de este deporte. Con todo, sus buenas condiciones y su importante físico lo llevaron a la primera de Sportivo Luqueño cuando era un chiquilín de apenas 14 años. Su notoriedad cruzó las fronteras y poco después de cumplir lord 9 llegó a la Argentina. San Lorenzo era su primer destino importante. Allí cumplió campañas importantes, pero no consiguió ningún título ni el oro ni la fama que su ego le requería. Por eso, después de un par de años, decidió cruzar el océano para probar suerte en Europa. Llegó al Zaragoza de España, pero de allí también se iría insatisfecho. Convirtió un gol del penal, pero se pasó en el festejo y en la réplica le empataron. No lo podían parar de la bronca que tenía. Esos años en la Madre Patria le dieron la tranquilidad de un futuro económico que si bien no estaba asegurado, al menos si encaminado hacia la consolidación. El círculo comenzaría a cerrarse en su segunda incursión en el fútbol argentino. En 1991, en Liniers empezaba gestarse un equipo que entraría en la historia. Allí conseguiría reconocimiento, los títulos, los triunfos. Llegaría a cumplir sus sueños más secretos. Convertiría un penal vital, en una tarde lluviosa. Ese gol le valió a Vélez obtener el primer campeonato en la era Bianchi en el 93. Enseguida, la Copa Libertadores y la Intercontinental, en el memorable triunfo ante Milán en Tokio. Por la Copa aportaría con varios penales atajados en definiciones cargadas de dramatismo. Desde los doce pasos, en instancias que muchos esquivan, siempre estuvo en la línea de fuego. En su carrera convertiría 30 goles de penal, ya sea en San Lorenzo, en Zaragoza en Vélez y en la selección paraguaya. En la finalísima con San Pablo, en Brasil, también convertiría en la definición. En Tokio, con el partido 1-0 en favor de Vélez, aguantó un ataque sostenido del equipo de Capello, hasta que un pelotazo suyo desde el área posibilitaría una entrada franca de Asad, que defirió el partido con una media vuelta. Los títulos no lo cambiaron. Con toda la gloria a cuestas fue por más, y lo consiguió. Reclamó reconocimiento para su equipo. Critico a los medios y a sus colegas, buscaba a toda costa ser elegido como el mejor. Apeló a sus laureles, atacó a Carlos Navarro Montoya, el único arquero que proyectaba alguna sombra sobre él. En otra tarde lluviosa, en Liniers, convirtió su segundo gol oficial con la de Vélez, sin contar definiciones por penales. Fue de tiro libre, en el final, cuando cruzó la cancha de lado a lado ante el reclamo de su gente y la veña de Bianchi. Un zurdazo mortal se incrustó en un ángulo y definió el partido contra Español. Otra vez en la cima de la mano del asombro. No sería la última vez. ►Un perfil Es enérgico e impulsivo, pero también calculador. Juega al límite, pero sabe hasta dónde llegar. Habla y grita. Sabe jugar con la tribuna rival y con la propia. Sabe agrandar compañeros y achicar rivales. Con los contrarios no negocia, con los suyos es incondicional. Se juega por lo que piensa sin medir en consecuencias. Su anecdotario recuerda un monumental desplante al mismísimo presidente Carlos Menem, cuando todo el plantel de Vélez-menos él-concurrió a la residencia de Olivos tras la victoria ante Milán. Los motivos de su ausencia no son der todo conocidos, aunque los círculos cercanos al arquero adjudican el faltazo a la cercanía del actual arquero de Boca con el presidente argentino. Una forma más de diferenciarse y de dejar en claro su condición de duro. Cuando se pelea con alguien es para siempre, otra muestra que indica que nunca vuelve sobre sus pasos. Durante las eliminatorias para Estados Unidos 94, una polémica dentro del plantel paraguayo terminó con la renuncia del volante Jorge Amado Nunes. Chilavert no dudó en acusarlo de "traidor" y en comentar públicamente las supuestas desviaciones sexuales del renunciante. Vistiendo la camiseta de su país fue protagonista de mil batallas. En esas mismas eliminatorias, tuvo una pelea a muerte con Ruggeri tras chocar en el área en el enfrentamiento de vuelta, en Buenos Aires. Ese partido terminó 0-0 y al equipo de Basile le costaría demasiado caro ese empate. Esa rivalidad con el defensor de San Lorenzo perdura hasta hoy y desde entonces ha sabido de varios rounds entre ambos, aunque cierto respeto mutuo parece unirlos. En su país despierta la misma relación odio-amor que por estas tierras. Los medios y los dirigentes prefieren verlo lejos, cansados de escuchar críticas hacia el fútbol paraguayo y a su organización. Pero cada vez que una competencia importante se acerca, no tienen otra salida más que discar su número en Buenos Aires. La increíble parábola de un zapatazo suyo, conectado con su zurda a 58 metros del arco rival, termino con su nombre recorriendo el mundo hasta transformarlo en leyenda. Si alguna duda aún persistía -en sus talentos y en su condición de atípico crack-todas se esfumaron después de esa noche, en la que además llovía. Hay algunos que llegan iluminados por una zurda mágica, otros de la mano de un implacable olfato goleador. Hay quien se vale de la suerte, de su capacidad para defender o de un estilo elegante y prometedor. Él no contó con ninguna de esos talentos, pero usó todos los medios a su alcance para llegar hasta donde quería, aunque su verdadera meta aún no está demasiado clara, por cuanto su espíritu lo impulsa a seguir peleando. El debió valerse de su personalidad, de la fe en sí mismo, de sus agallas. Soñó hacer goles y los hizo, soñó con ser el mejor y también lo logró. Llegó a conducir, a ser la manija de su equipo -el mejor del mundo, además desde el arco y sin tener la 10 en su espalda. Algo que la historia del fútbol no tiene registrado en ningún archivo. Hace no mucho anunció que aspira a la presidencia de su país. Repasando la historia de su vida, no sería raro que cuando cuelgue los botines alguien le coloque la banda y le entregue el bastón del poder. Quizá sea ésa, al fin y al cabo, su máxima aspiración. Los errores se pagan caro River acabó el 95 con las manos vacías de títulos y con la necesidad de replantear seriamente su futuro. Ramón Díaz pidió un arquero y un par de volantes-todos de primer nivel para completar un plantel que lo colocara en carrera para pelear por los campeonatos que se le negaron en el año que se iba. Para el primer caso volvió a postular a Ángel David Comizzo, pero el pasado volvió a pesar y el regreso del actual arquero de Bánfield quedó rápidamente descartado. A los pocos días, el rumor se confirmó plenamente: River, oficialmente, solicitaba condiciones por Chilavert. Vélez solicitó 3.000.000 de dólares, River ofertó la mitad. Las negociaciones se acercaron hasta que los de Núñez ofrecieron 2.300.000 y los de Liniers se achicaron hasta 2.800.000. La cosa parecía cerca. En el ínterin, los medios anunciaron varias veces que todo estaba hecho. Una radio cruzó telefónicamente al paraguayo con Alfredo Davicce. La excitación del presidente millonario hizo que -quizá imprudentemente lo saludara con un estruendoso “¡Hola supercrack!”. Todo un símbolo. Pero de manera abrupta, todo quedó en la nada. Cuando todos esperaban que River hiciera un último esfuerzo para llegar a la cifra requerida, una reunión de los máximos dirigentes desembocó en la conclusión que el pase era demasiado para las arcas del club, y todo quedó en la nada. Chilavert le echó la culpa al empresario Gustavo Mascardi, pero acabó con arreglar un contrato excelente y se quedó en Liniers, chocho de la vida. Las vueltas a veces inexplicables de las cosas, terminaron con que River gastó bastante más dinero en la contratación de cinco figuras, para nada comparables con la anterior. Repatrió desde Japón a Medina Bello, para acabar sumándose a la lista de delanteros que esperan su oportunidad en el banco. Sumó a Juan Pablo Sorín, un defensor de gran futuro, peto a préstamo y Sólo para jugar la Copa Libertadores. Gastó más de un millón en Marcelo Escudero, recientemente repuesto de una seria lesión que lo tuvo sin actividad durante varios meses. Contrató a Roberto Bonano, suplente de Central. Finalmente, puso otro millón y pico para traer un volante central, Leonel Gancedo, teniendo en su plantel al cinco titular de la selección mayor (Leonardo Astrada), al de la Sub-23 (Matías Almeyda) y al de la Sub-20 (Mariano Juan) campeón mundial de Qatar. Todo para que al final, como si esto fuera poco, Chilavert le convirtiera a River un gol desde detrás de la media cancha. Amadeo Carrizo Fiel a Burgos El ex arquero de River y la Selección, Amadeo Carrizo, dijo ayer que José Luis Chilavert estaba celoso porque no lo eligió como el mejor arquero de la actualidad, inclinando su preferencia por German Burgos, y que por esa razón el futbolista paraguayo había criticado su trayectoria. “No tengo dudas de que Burgos sigue siendo el mejor arquero de la actualidad y no entiendo las razones por las cuales Chilavert me ofendió. El habla por boca de ganso y reaccionó así porque está celoso de que no lo reconozca como el número uno de la Argentina”, dijo Carrizo. Chilavert sostuvo que “cuando los partidos eran difíciles, Carrizo arrugaba”, al tiempo que comentó que “decir que Burgos es el mejor arquero es una falta de respeto hacia nosotros”. Carrizo señaló que “me ofende. Si yo arrugaba, como fue que jugué tanto tiempo en Primera División”. También indicó que “no pienso entrar en polémicas, porque nunca fue mi estilo. Chilavert tiene ese carácter, esa forma de ser, pero tiene que aceptar y respetar que otros piensen diferente a él”. Carrizo también ratificó que “Burgos sigue siendo el mejor, a pesar de que a veces no tenga actuaciones tan convincentes; todos tenemos inconvenientes o malas actuaciones, especialmente en una posición tan especial como la de arquero. Es muy completo, tiene gran elasticidad y una moral impecable, además, nunca habla de él ni critica a sus colegas. Chilavert, lo reconozco, es un buen arquero, pero debería tener más humildad”. ►Históricos Hace muy poco, en las semifinales de la Copa Libertadores del año pasado, Germán Burgos no pudo evitar que un tiro libre magistralmente ejecutado por René Higuita se transformara en gol, dándole el triunfo por 1-0 a Atlético Nacional sobre River en el partido de ida. En la revancha ganó el equipo de Núñez y fue necesario recurrir a la definición por penales, donde el inefable Higuita volvió a vencer a Burgos y los colombianos pasaron a la final. Los argentinos tampoco pueden olvidar el gol de arco a arco que Daniel Francovig le hizo a Luis Islas, en ocasión del partido que Deportivo Táchira le ganó 3-2 a Independiente en San Cristóbal, por la Copa Libertadores del 87. Era una tarde lluviosa y el disparo del arquero -que a raíz de esa acción tuvo una breve incursión por el fútbol argentino, en Deportivo Armenio- picó fuera del área y le pasó por arriba de la cabeza al sorprendido Islas. Bastante tiempo antes, en 1973, Nacional le ganó 7-0 a Racing y el arquero Manga convirtió el último gol, de arco a arco. Hay otras dos conquistas de arqueros, por supuesto sin mencionar penales. En Italia, en el 92, el arquero Rampulla, de Cremonese, hizo un gol de cabeza en el partido que su equipo igualó en un tanto con Atalanta. El 11 de mayo del 95 fue un día muy especial en Medellín. Atlético Nacional le ganó 3-1 a Pereira, e Higuita-cuándo no-anotó un gol de tiro libre. Claro que Pereira, arquero del rival, se desquito al convertir de penal el único tanto de su equipo. La opinión de los periodistas Gonzalo Bonadeo: “Es el mejor que hay en este momento en términos de aporte como arquero en sí. Yo le valoro mucho lo poco volador que es y que jamás da rebotes. En Argentina hay muy buenos arqueros que vuelan o dan rebotes y él tiene la gran virtud de no hacerlo. Si bien se luce, no juega para los fotógrafos. No recuerdo que haya otro capaz de retener tiros muy fuertes con las dos manos y con una seguridad enorme. Yo destaco eso por sobre su personalidad, porque creo que la sustenta en sus virtudes técnicas. Eso es lo más importante. Puede comerse algún gol o parecer que da ventajas, pero la cantidad de remates que controla es espectacular. Además, se destaca en gran medida porque hay una enorme cantidad de arqueros que no saben usar los pies y deberían tener un manejo aceptable. Él es un privilegiado porque le pega fuerte, es preciso y puede sorprender también con un chanfle. Eso crea una psicosis en el arquero rival. Tiene a favor que siempre está concentrado y el viernes demostró que de ese modo es muy difícil cometer errores. Sin dudas, si tuviese que elegir a los cuatro o cinco mejores que vi en mi vida, él está seguro, con Fillol, Gatti y el momento de esplendor de Navarro Montoya, a pesar de que Chilavert es distinto a todos”. Julio César Pasquato (Juvenal): “En este momento se convierte en único en la historia por sus condiciones de arquero y goleador. No recuerdo un caso así. Sí conozco arqueros que hicieron pases-gol, pero éste, además de cumplir con eso, los hace. Ya es un arquero histórico. Creo que desde el punto de vista de lo que transmite es el mejor, no sé si técnicamente lo es, peto por lo otro trasciende”. Pedro Uzquiza: “Lo primero que hay que decir es que tiene una gran personalidad. A pesar de no tener las condiciones técnicas de otros, es muy bueno, porque eso lo suple con un gran oficio. Es un intuitivo, más que cerebral. La posibilidad cierta de que haga goles está siempre latente. Saca la pelota a la manera de los arqueros ingleses y, encima, tiene muy buena pegada. No hay que olvidarse que la fórmula de tirar pelotazos para Asad y Flores le dio gran resultado a Vélez. Por todo esto, no me sorprende el gol que hizo, tiene el atrevimiento para ser jugador de campo y es fundamental para este Vélez”. Juan Yankelevich: “Me parece que es el arquero más completo que juega en el fútbol argentino, por su capacidad para ser líder de Vélez y por la personalidad que impone en la cancha. Si pudiese controlar su temperamento en algunas situaciones, sería inigualable. Creo que es un ejemplo para todos los arqueros por cómo resuelve situaciones que no son comunes dentro de ese puesto. Es un ejemplo para los arqueros por cómo juega, no sólo se dedica a atajar. Es el mejor arquero no por cómo ataja, porque en ese rubro es superior Navarro Montoya, pero como es tan completo, lo supera”. Alejandro Fabbri: “Es un muy buen arquero y en estos momentos no se puede discutir porque además tiene una característica que lo distingue del resto: tiene una gran pegada, que además es muy potente. Es muy difícil sorprenderlo en alguna laguna durante el partido, porque siempre está muy concentrado. Creo que es el mejor arquero que tiene, hoy por hoy, el fútbol argentino desde hace dos temporadas Todas las declaraciones que realiza corre por cuenta de él, en algunas estoy de acuerdo y en otras no, pero en definitiva no se trata de estar de acuerdo. A diferencia de otros arqueros, él no se pone un cassette. A veces dice cosas que duelen, pero es un tipo frontal y no me parece que esto lo pueda calificar como una mala persona”. PABLO RAMON
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Diciembre 2017
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