Como si fuera poco lo que ha hecho hasta ahora (39 goles), el arquero paraguayo anotó un tanto de penal y atajó el que le pateo José Luis Calderón. Su equipo, Vélez Sarsfield, de la Argentina, ganó el domingo último 2 a 0. Chilavert concedió a este semanario su única entrevista exclusiva. LE PIDIERON QUE JUEGUE LA COPA AMÉRICA. RESPUESTA A LO CHILAVERT Por EDUARDO RAFAEL El diálogo es textual. —José Luis, ven a jugar la Copa América. --Voy si me dan 10 millones de dólares. —iCómo me pides eso! --Porque con 10 millones yo puedo ir y construir escuelas y hospitales, que es lo que necesita el país. Paraguay tiene mil necesidades, y ninguna de ellas se va a solucionar organizando partidos de fútbol. La dura respuesta cortó el dialogo. Los dos se dieron cuenta de que seguir con el tema estaba de más. La decisión que José Luis Félix Chilavert le adelantó a Tiempos del Mundo en carácter de primicia siete meses atrás se mantiene inalterable a pesar de que cambiaron las condiciones políticas que la provocaron. Oscar Harrison, presidente de la Asociación Paraguaya de Fútbol, comprendió que la amistad personal no sería suficiente para convencer al arquero. Chilavert no jugará la próxima Copa América que Paraguay organizará desde el 29 de junio al 18 de julio. En Liniers, barrio de Buenos Aires, José Luis --como lo llamó Harrison-- ejerce su patriarcado. Allí está Vélez Sarsfield, y allí idolatran al arquero que fue figura fundamental en los nueve títulos que el club consiguió en la última década. Como en Asunción, Chilavert tampoco da entrevistas a la prensa nacional, aunque nunca rehuyó el diálogo con Tiempos del Mundo. Tampoco ahora. --Siete meses atrás dijiste que no jugabas la Copa América para no convertirte en cómplice del general Lino Oviedo. Ahora, Oviedo no sólo fue reemplazado de su cargo en la comisión organizadora, sino que ni siquiera está en Paraguay. ¿Por qué razón, entonces, mantenés tu decisión? --Porque aunque no esté físicamente, Oviedo --a través de su gente y sus organizaciones-- seguirá llevándose los mayores beneficios. El 60 por ciento de las ganancias que produzca la copa será para empresas privadas controladas por Oviedo. A la Confederación Sudamericana le quedará el 40 por ciento, a repartir entre las asociaciones participantes. Está claro, entonces, que Paraguay corre con los riesgos de la organización pero no con los beneficios que produzca, y Paraguay es un país que tiene necesidades esenciales que cubrir, como la salud pública, la educación y la seguridad. Por eso, cuando Harrison insistió le pedí 10 millones de dólares: si me los da a mí, yo puedo invertirlos construyendo las escuelas y los hospitales que después nadie va a construir, cuando se repartan las migajas que quedarán en el país. —Está bien, ¿pero no pensás que la juventud de tu país, que tanto participó para provocar los cambios políticos, espera tu presencia con la esperanza de que le des una alegría? --Es al revés. La juventud me felicitó por mantener mi actitud. Entendieron el mensaje. Pelearon por un ideal, y ese ideal está mucho más allá del resultado de un partido de fútbol, por más importante que sea. Además, habrá que esperar para ver si hay cambios. Se fue (el ex Presidente paraguayo, Raúl) Cubas, que era algo así como la cara democrática que usaba Oviedo, pero el Gobierno sigue estando en manos de los partidarios de (el ex dictador Alfredo) Stroessner. Lo bueno que hicieron es haber dejado participar a la oposición, pero habrá que ver si esa participación es real o sólo figurativa. —¿Cómo viviste en la Argentina los acontecimientos que ocurrieron en tu país? --Con angustia, con temor. Cuando mataron a (el vicepresidente paraguayo Luis María) Argaña, yo dije que estaba seguro de que lamentaríamos otras muertes. No me equivoqué. Lo decía pensando en los campesinos y en la juventud. Pasé toda la semana pegado a las emisiones de televisión por cable. Veía Crónica TV hasta las 3 ó 4 de la madrugada. —¿Mantenés la decisión de dedicarte a la política cuando dejes el fútbol? --A veces me agarran unas ganas tremendas de participar más, pero me frena mi familia. Además de mi esposa, que es argentina, tengo una niña en quien pensar. Y sé que en Paraguay mi madre tiene miedo, sobre todo después de las amenazas recibidas en los últimos meses. —¿Qué amenazas? -Hace dos meses, más o menos, me avisaron que mi mamá estaba enferma. Le pedí permiso a (el director técnico de Vélez, Eduardo) Manera, y viaje para verla. Por suerte no era nada grave. Cuando iba camino al aeropuerto, para regresar a Buenos Aires, me siguieron ocho personas en dos autos. Me gritaban “paraguayo muerto de hambre, invierte acá la plata que ganas; ven a defender al seleccionado en vez de hablar... y si te sigues tirando contra nuestro único patriota, te va a ir mal”. Después agregaron que me iban a matar pero, primero, iban a matar a toda mi familia. —¿Tenés miedo? --Yo no. No creo que me maten, pero esas cosas preocupan, hacen sufrir a mi madre y a mí me vuelven loco. He tratado de convencer a mi madre y a mis hermanos de que vengan a vivir a Buenos Aires. Felizmente yo los puedo ayudar, pero no quieren. Ellos se sienten muy comprometidos con el país, y yo respeto ese sentimiento. A tres meses del comienzo de la Copa América, cuya sede será Paraguay por determinación ya confirmada de la Confederación Sudamericana de Fútbol, Chilavert ratifica los pensamientos y sentimientos que lo han convencido para no participar, y mantenerse fiel a sus convicciones. EDUARDO RAFAEL
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Diciembre 2017
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