El paraguayo presionó a los dirigentes de Vélez y negoció con los de River. Más allá de la no concreción del pase, una historia increíble. Por una cosa o por la otra, siempre está en el centro de las conversaciones. Hace una semana, por ser el arquero del equipo que salió campeón. Ahora, por ser el protagonista de la historia del verano: su frustrado -al menos por ahora, en las condiciones impuestas por Vélez-pase a River. José Luis Chilavert, de él se habla, es así. La operación tuvo sus idas y venidas. No se manejaban cifras pequeñas, al contrario: se trataba de tres millones de dólares. En esa discusión, en el tira y afloje, se encontraban River y Vélez. Y allí, en el medio, el paraguayo. Él es su propio representante. Por eso fue de aquí para allá, moviéndose en taxi si se trasladaba hasta el centro o en su Pathfinder si se dirigía a otro lado. Siempre de saco, como tratando de reafirmar en una imagen de formalidad el respeto que pretende imponer. Pedía un Movicom para llamar a Héctor Gaudio, el presidente de Vélez. Se paraba en un teléfono público para comunicarse con los dirigentes de River. Así anduvo Chilavert en estos últimos días de 1995. “Para mí es importantísimo que se haga el pase. Llegaría en un momento muy bueno de mi carrera. Esta es la segunda vez que estoy cerca de River: en 1988 hasta me había entrenado 22 días con el plantel. Me acuerdo que estaba Corti en el grupo y Menotti era el técnico. Pero todo se deshizo porque en San Lorenzo dijeron que Goycochea tenía una lesión crónica. Me quedé muy mal, aunque enseguida salió lo del Zaragoza y todo quedó como un mal recuerdo. En aquel momento me cotizaban en 250.000 dólares. iMirá lo que son las vueltas de la vida! Ahora, por un precio de 3.000.000 de dólares, tampoco se hace...” Pasó la Nochebuena y la Navidad en su Paraguay natal. Eso sí: comunicándose permanentemente con Liniers. Estaba pendiente de la transferencia. Presionó constantemente ante Norberto Scipione y Juan Carlos González-los encargados del fútbol profesional de Vélez en reemplazo de Raúl Gámez para que no pusieran trabas en las negociaciones. Aunque, a pesar de su pedido, en Liniers se despacharon con una cifra que erizó los pelos de los dirigentes millonarios: tres millones de dólares limpios. Semejante cifra le provocó un brusco aumento de bilirrubina al paraguayo. Por eso, apenas bajó del avión que lo trajo de regreso de Asunción, se tomó un taxi y se fue al Amalfitani: quería hablar cara a cara con los directivos. Casi les pateó la puerta: "Tienen que ser realistas. Si no me venden, no me presento a realizar la pretemporada. Acuérdense que habíamos quedado en que, si existía alguna oferta concreta, el pase se hacía", les dijo en un tono amenazante. --¿Es sólo por la diferencia económica que querés ir a River? --Principalmente, sí. Pero también está el desafío: el hombre tiene que aceptar las grandes responsabilidades. Cuando yo llegue a Vélez, todos pensaban que era un equipo amargo, frío, que nunca había ganado nada... Para mí era un desafío muy grande. Llegué el primer día y dije: “Vengo acá para salir campeón”. Todos me miraban con cara de asombro, como pensando que yo era un loco de la guerra. Bueno, se dio. O sea que tan loco no estaba. En River sería lo mismo, no tengo dudas. Hace pocos días, apenas horas antes del encuentro decisivo entre Vélez e Independiente por el Apertura, Chilavert recibió el primer llamado de River. Como es su propio representante, no tenían más remedio que comunicarse con él mismo. "Por ahora te avisamos de nuestro interés; la semana que viene empezamos las negociaciones con Vélez", le dijo Ernesto Homsani, presidente de la Comisión de Fútbol de River, vía Movicom. También lo llamó Ramón Ángel Díaz: "Te necesito sí o sí. Te llamo porque me enteré de que vos mismo te representas. Si no, no te hubiera buscado por teléfono. Ahora queda todo en manos de los dirigentes", le anunció el Pelado. Por lo general, el jugador es el segundo o tercero en enterarse de una gestión. Pero al manejar él mismo sus propios intereses, fue el primero. “Siempre me manejó así. El fútbol es corto y uno debe tratar de llevarlo bien porque, en definitiva, es el dinero de uno. ¿Y quién mejor que yo para defender mi propia plata? Aquellos muchachos que tienen representante son porque no cargan con la personalidad suficiente como para sentarse a discutir condiciones. Pero ése no es mi caso”. Allá por julio de 1988 dejaba bien en claro que odiaba la indiferencia. "Yo era un desconocido cuando llegué a la Argentina, tenía que buscar la forma de ser alguien", decía a mediados de aquel año. Y la manera que encontró de llamar la atención fue la de hablarle a Claudio Marangoni, tocarle la cara y señalarle una punta del arco antes de que el volante le pateara un penal, en un torneo de verano en Mar del Plata. Por aquel entonces, a principios de 1985, Chilavert ingresaba al fútbol argentino de la mano de San Lorenzo. Ahora, a casi once años de su estreno, el paraguayo está en otra posición. Mucha agua corrió bajo el puente. Varios títulos, la mayoría con Vélez, lo hicieron más fuerte, más seguro. Tanto que es capaz de sentarse firmemente a una mesa de negociaciones para discutir sobre dinero. --Si fueras dueño de un club, ¿cuánto pagarías por Chilavert? --Cuatro millones de dólares. --¿Por qué? --Porque me aseguro diez puntos para arriba. Mi ventaja es que juego todos los partidos, hasta lesionado. Soy un excelente profesional y un arquero que nunca se da por vencido. --¿Pero tres millones no es mucho para un arquero? --La gente está mal informada. Un buen equipo se forma con un buen arquero. Si se paga mucha plata por defensores o volantes que no hacen goles, ¿por qué no se puede poner ese dinero por un arquero? Fiel a su estilo, cuando aún no se había descartado su pase a River, ya le había respondido a Horacio Roncagliolo, vocal titular por la oposición y enemigo de la posibilidad de que el paraguayo fuera adquirido por el club en la suma de la que se hablaba. --Le respondí porque él dijo que es una locura pagar tanto dinero por mí. Yo le pedí a ese señor que no pronunciara más mi apellido. Y si tiene problemas internos, que se preocupe por solucionarlos. Que no me utilice a mí para ensuciar a la gente del oficialismo. --¿Pensas que el pase se frustra por problemas políticos internos de River? --iAh...! No sé. Yo soy jugador de fútbol y me dedico a lo mío. No conozco las internas de los clubes. Pero tampoco me gusta que me manoseen públicamente. --A igualdad de ofertas, ¿por qué elegís River a Japón? --Porque tengo cuerda para rato. A Japón podía ir más adelante. Ahora, no sé. Si reiteran la oferta, lo más factible es que arregle con ellos. --¿Y qué le podrías aportar a River? --Una gran cuota de experiencia, manejar los partidos y ordenar una defensa. Creo que mi estilo le vendría muy bien al equipo. También me encantaría formar arqueros desde abajo. --Hace unos meses dijiste que Burgos no sabía atajar penales. Lo criticaste muy duramente... --Sí, lo dije. No tengo por qué negarlo. Germán no hacía la lógica en los penales. Son estilos de juego: él llegó así a la Selección Argentina y mal no le va. Yo, con mi forma de ser, también llegué lejos. --¿Y si tuvieras que convivir con él? ¿No le aclararías nada? --Yo nunca aclaro nada. Te cuento una anécdota: en el Zaragoza de España trabajé con cuatro arqueros que no me hablaron desde el primer día que llegué. Y estuve tres años y medio allá. Decía 'Buenos días' y nada más, a entrenar. A mí los clubes me contratan para trabajar, no para hacer sociales. Además, en el fútbol no hay amistad. Puede haber afinidad. Lo ideal sería tener una gran relación profesional. --¿A qué jugadores de River conocés? --En una fiesta de Umbro estuve conversando con Astrada; con Ortega compartimos la entrega de un premio del diario "El País" en Montevideo; a Francescoli lo conozco muy poco, pero sé lo que significa. Aparte, entre gente joven nos hubiéramos entendido perfectamente. --Francescoli es un referente de este plantel. --Es un modelo, un ejemplo para los jóvenes. Por algo es el intocable de River. Me encanta su forma de jugar, la manera en que le pega a la pelota... Aparte, tiene cuerda para rato. --¿A vos te gustaría ser un modelo como Francescoli? --Uno trata de que le copien el estilo de juego. Hoy en día, el arquero tiene que saber jugar con los pies, despejar con la cabeza. Todo eso se debería trabajar en las inferiores y no se hace. El puesto del arco tiene miles de secretos, que son pequeñeces; pero si uno las conoce, se agranda. Las tratativas entre River y Vélez habían comenzado hace diez días. Los de Liniers empezaron pidiendo 3.500.000 dólares, los de Núnez contraofertaron 1.500.000 pesos. Parecía que todo moría ahí... Encima, Mauricio Macri apareció en escena y ofreció un trueque por Navarro Montoya. En las oficinas del último campeón del fútbol argentino le cerraron la puerta a Boca. Volvió River a la carga, con Alfredo Dávicce y David Pintado a la cabeza, ofreciendo 2.300.000 pesos. Vélez también bajó un poco aunque no se movió de los 3.000.000 de dólares. Allí estuvo la traba para el aborto de la operación: 800.000 dólares separaron a Chilavert de River. Aunque el paraguayo, en su raid por Buenos Aires, no paro de hacer gestiones. De su domicilio de Boedo a Liniers, del Oeste al centro, del centro a... Todo un empresario. Llamada para aquí, salida al aire por las radios, notas para los diarios, reuniones con los dirigentes de Vélez y River. Y todo con una agenda de no más de 20 centímetros como base de negociaciones. --¿Es lo mismo el arco de River que el de Vélez? Las presiones no son las mismas... --Para mí todos los arcos son iguales. --Pero las defensas no son similares... --Bueno, es cuestión de trabajar y de hablar. En el fútbol hay una cuestión de comunicación. El que no habla dentro de una cancha no puede jugar. --Pero si se hubiera concretado ya el pase las expectativas por tu rendimiento serían muy grandes. Mucha plata en juego... Si a mí me consideran el número uno del mundo, ya tengo más responsabilidades que el resto de los arqueros. Juegue donde juegue, me van a mirar de otra forma. Así que no me importa que toda la platea de River -o de quien seame esté analizando en cada jugada. Sé manejar las presiones. Los partidos fáciles los gana cualquiera. Uno tiene que aparecer en los momentos difíciles para sacar al equipo adelante. Además, yo me agrando en las difíciles, no como otros... --¿Por quién lo decís? --Por Navarro Montoya. Él es el arquero del poder, yo el del pueblo. --¿¡Cómo!? --Seguro. Él es un demagogo y yo no. Estoy cansado de que me comparen. En la vida hay que ser realista y él no lo es. Vive en una burbuja. Aparte, es un producto nacional de ciertos periodistas, un castillo de arena que se derrumba fácilmente... --Estás exagerando. --No, cuando el equipo más lo necesita, no responde. Allí está la diferencia: el arquero tiene que dar garantías en los momentos difíciles. Yo no me quiero poner de ejemplo, pero no me queda otra. ¿Qué pasaba si el zapatazo de Cagna entraba? Vélez podía perder el partido. Navarro Montoya, para los periodistas, es muy buena persona. Pero no es él el que se presenta, es otro. Chilavert es frontal, pone todas las cartas arriba de la mesa, nunca esconde nada. Las cosas las dice de frente y no por la espalda. --¿Qué sentiste cuando se habló de un trueque de Navarro Montoya por Chilavert? --Fue una ofensa hacia mi persona. En definitiva, no hay ningún punto de comparación. Además, tenemos cotizaciones muy distintas: él vale algo así como 1.200.000 dólares... Es un buen muchacho, un buen arquero, pero hay que dejarlo ahí, nada más. Todavía tendría que aprender muchísimas cosas del puesto. Por ejemplo, yo juego mucho mejor con los pies que él. Tiene que aprender a pegarle al balón. Aparte, que no haga “la de Dios”... —“La de Dios” le dio muchos resultados al Mono. --El único que la hizo siempre fue Hugo Orlando Gatti, que fue un maestro. Hay que tener personalidad para no copiar. --No es malo copiar lo bueno. --No sé. Analiza quién es el arquero de los últimos tres torneos más goleado de la liga argentina... Se ufana de ser un gran profesional. Y de jugar para el que mejor le pague. Básicamente, el dinero es el incentivo que lo mueve en su carrera. Aunque también emita críticas para actitudes que lo molestan. Y que no pasan, específicamente, por lo futbolístico. Como hacia los actuales dirigentes de Vélez, por ejemplo. “Me molestó mucho que, cuando se cumplió un año de la Intercontinental, nos regalaran un llaverito de 20 pesos y dos banderines a cada uno. Hicieron un lunch, invirtieron mucho dinero en un busto con nuestros nombres... Fue una falta de respeto. Nosotros somos profesionales y le dimos todo a Vélez. Y en cuatro años que estoy, no nos merecíamos que nos trataran de esa manera. Ese día dije que, indudablemente, hay ciertos directivos que no se merecen estar en el lugar donde están dentro de Vélez”. --Está bien. Pero ustedes también firmaron buenos contratos, se los retribuyó económicamente... --Nosotros pusimos a Vélez en la órbita internacional y tratarnos de esa forma no tuvo sentido. Fue de lo más bajo. A Scipione y González les dije cualquier cosa. Y ellos no me respondían nada. Un colombiano conocido de Ischia nos mandó, a cada jugador de Vélez, una medalla de oro con la inscripción: 'Vélez, campeón del mundo 1994'. Y es un colombiano, no es directivo nuestro. Por ahí, con una medalla como la de esta persona, nos sentíamos reconocidos. Pero se ve que hay algunos dirigentes de Vélez que no son inteligentes. --¿Eso influyó para que empujes tanto la transferencia? --Sí, porque me di cuenta de muchas cosas. ¿Qué ocurrirá, si me quedo en Vélez, cada vez que deba renovar mi contrato? Me voy a tener que pelear constantemente con ellos. Y no quiero eso. --¿Y qué pretendes? --Que me dejen marchar, que Vélez gane su dinero y yo el mío. Pero que no se salven ellos con Chilavert. Yo le di todo al club. Y si tuviera que seguir, lo haría matándome igual. Pero no me gustó la actitud que tuvieron en su momento. Nosotros le ganamos al Milán, no a cualquier otro equipo. Hay dirigentes que están preparados para manejar un negocio o trabajar en una oficina, pero no para dirigir una institución. Y, además, están mal acostumbrados: yo no me considero un negro. Soy morocho de piel, pero no de cabeza. Su cuenta bancaria hubiera sufrido un fuerte engrosamiento si se realizaba la transferencia en los términos exigidos por Vélez. A él le hubieran tocado cerca de 400.000 dólares. Además de la firma de un nuevo contrato, con una prima cercana a los 250.000 dólares anuales y un sueldo de 6.000 dólares. Dejó de ganar demasiada plata. Y a Chilavert es preferible hacerle un gol antes que tocarle el bolsillo. Por eso ahora los dirigentes de Vélez deben estar temblando. Saben lo que serán las pretensiones del paraguayo si debe permanecer en Liniers. “Me dolió todo el manejo que se hizo de esta historia. Yo veía que la cosa se dilataba mucho. Pero tenía fe en que se hiciera. Ahora sólo aspiro a que todos repasen las posibilidades... Si me quedo en Vélez me tendrán que firmar un contrato por dos años en el que recupere lo que dejo de ganar. Y mirá que se van a tener que esforzar, ieh? Porque si no bajaron ni un dólar de los tres millones de dólares en los que me cotizaron, me van a tener que arreglar de acuerdo a ese valor”. --A esta altura te conformarías con eso? --No, yo quiero una transferencia. Para bien de Vélez y el mío propio. Pero el fútbol tiene estas cosas. Por eso digo que hay que aprovechar los buenos momentos: mira si mañana me lesiono o me pasa algo y no puedo rendir en el mismo nivel. El único que se perjudicaría sería yo. Y ya estoy cansado de que el jugador siempre se lleve la peor parte. Por eso, aunque todo parezca lo contrario, yo sueño con una transferencia. Le pese a quien le pese. Y, se sabe, Chilavert no perdona. A nadie. ******************************************************************************* SEGÚN PASAN LOS AÑOS ►1986. Una de las primeras polémicas. Con su codo derecho le rompe el tabique nasal a Franco Navarro. ►1988. La tapa de EL GRAFICO. Gerardo Reinoso, César Menotti, Carlos Enrique, José Chilavert, Jorge Higuaín, Julio Zamora y Mario Bevilaqua estaban con un pie en River. ►1988. La primera vez que Chilavert pateó un tiro libre en campo rival. Fue contra Banfield. Después, en 1994, le convertiría un gol a Español con la camiseta de Vélez. ►1990. En el arco del Zaragoza español. Allá pasó tres años y medio. Se volvió luego de estar los últimos seis meses sin jugar. ►1991. Copa América en Chile. Chilavert y la Selección Paraguaya fracasan. Una deuda que aún no saldó. ►1994. El momento cumbre en la vida de Chilavert: en Tokio, levantando la Copa Intercontinental. Vélez le había ganado 2-0 al Milán. ►1995. Elizondo lo expulsó contra Español y se armó una gran polémica. Al final, Chilavert entró a la cancha y le dijo de todo al juez. ******************************************************************************* DAVICCE DIJO "NO" Jueves 28 de diciembre, 22,30 horas. Ya ha terminado la reunión de la Comisión de Fútbol de River Plate. Suena el Movicom de Alfredo Dávicce. --Alfredo, ¿se resolvió algo con el tema Chilavert? --Si: la operación no se hace. --¿Es una decisión definitiva? --Sí. El tema no pasa por la oferta y la demanda, no son sólo 200.000 dólares de diferencia, ése es el problema. --¿Se puede decir entonces que se terminaron las negociaciones? --Exacto. Estimamos mucho a Chilavert y no queremos continuar con tratativas imposibles de dar un resultado positivo. --¿Van a buscar a otro arquero? --Hay dos cupos disponibles: ya tenemos uno, Medina Bello. Veremos en estos días que sucede con el otro... La voz oficial resultó terminante, no dejó dudas. En realidad, fue coherente con los últimos hechos producidos en el club. El martes había regresado de Europa Alfredo Dávicce, el único que podía tomar una decisión de este tipo. Sus primeros pasos estuvieron orientados a suspender la reunión de la Comisión Directiva planeada para el jueves 28, que se insinuaba como conflictiva por la ruptura en el bloque oficialista. El presidente prefirió dejar para ese día una reunión con sus pares de la Comisión de Fútbol para esclarecer posturas y postergar la otra. A Horacio Roncagliolo, vocal titular por la oposición y generalmente apostado en la vereda más crítica a la actual dirigencia, no le pareció mal la idea: "Me llamó el presidente después de cuatro años en los que no tuvimos ningún tipo de diálogo, más allá de las palabras que cruzamos en las reuniones. Me dijo que había un impasse en el tema Chilavert y que no tenía sentido juntarnos. Le contesté que estaba bien y le planteé que, más allá de nuestras diferencias, me parecía una barbaridad que se pagaran tres millones de dólares por un arquero. Dávicce coincidió conmigo en eso y también en que hasta un millón y medio le parecía una cifra sensata. Por otro lado, escuché que Chilavert me anduvo criticando. No discuto sus condiciones, simplemente pienso que River está primero y yo intento defender sus intereses". Si esto era estrictamente cierto, la operación -en los términos exigidos por Vélez- estaba destinada al fracaso, como finalmente ocurrió. Del millón y medio de dólares a los tres existe una diferencia abismal. Jamás podría ser aprobada esa suma en Comisión Directiva, cuando aún se cuestionan los 600.000 dólares abonados por el pase definitivo de Medina Bello. “En estos momentos, Dávicce tiene escaso espacio de maniobra; no puede arriesgar nada", evaluó un opositor. El Mencho está con un pie en el club: faltan ultimar detalles, entre otros la aprobación en Directiva, que quizás no sea sólo un detalle. En la negociación ingresó el campeón mundial Sub-20. Mariano Juan: si acepta, irá a Japón por un año sin cargo y con una opción de 2 millones y medio de dólares. MIGUEL ANGEL RUBIO
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Diciembre 2017
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