El general golpista Lino Oviedo, hoy condenado a 10 años de prisión, le prometió una buena cantidad de dólares si lo apoyaba en su frustrada campaña política como candidato a presidente del Partido Colorado en Paraguay. “Le dije que yo por dinero no mato a mi madre ni a mi gente, y menos voy a apoyar a una persona que quiso dar un golpe de Estado en mi país. Es el primer corrupto de Paraguay”. Después fueron los dirigentes de la oposición quienes le ofrecieron utilizar su nombre como cartel electoral. De nuevo la respuesta fue negativa: “Saben muy bien que en mi país mi imagen vende honestidad. Dije no porque su candidato no reunía las condiciones necesarias”. Futbolista atípico y arquero de la Selección de Paraguay, José Luis Chilavert, 32 años, casado, es probablemente, junto al escritor Augusto Roa Bastos, el paraguayo más universal del momento y el ídolo más querido por sus conciudadanos, tanto por su actuación en las canchas de fútbol como fuera de ellas. Sus opiniones sobre la política, el deporte o Paraguay suelen generar controversia. Chilavert se apasiona cuando habla de su país. “A mí todo esto me duele muchísimo, porque es un retroceso para la transición democrática. Lamentablemente cada vez hay más pobres y la gente no cambia su mentalidad. Los colores ya no existen. Hay que votar a los buenos proyectos. En Paraguay la base principal ha sido siempre la agricultura y la ganadería, que hoy están por los suelos”. El futbolista precisa que la política le interesa hasta cierto punto “porque es sucia”, pero no puede evitar hablar como un futuro candidato: “Soy de la idea que mi país es pequeño y se puede manejar tranquilamente. Lo que ocurre es que todos meten la mano en la lata y así no puede salir a flote. Tenemos la mayor central hidroeléctrica del mundo en Itaipú. Cobrando unos aranceles lógicos en la frontera, porque Paraguay es un país de tránsito, sería bárbaro. Pero, ¿qué ocurre? Hay recortes en los presupuestos de educación, salud... Políticamente prefiero un sistema conservador, pero con mano dura en la justicia, con la corrupción. Todo pasa por la justicia. Para mí ser conservador es tratar de garantizar las necesidades del país y del pueblo. Justicia, educación y salud. Con esas tres bases un país tiene que salir adelante”. Sobre un campo de juego Chilavert ha impuesto un protagonismo inusual al puesto de arquero, con un estilo innovador que ha sido copiado por muchos número uno. Manda sobre todo el equipo. Además de la seguridad que brinda, le gusta salir del área para despejar, gambetear delanteros, patear tiros libres y ejecutar penales. No es poco. Ha marcado 34 goles en su carrera, mientras otros jugadores se retiran sin convertir ninguno. “En mis comienzos jugué de 9. Por eso tengo más facilidad a la hora de salir del área. Con la nueva normativa de FIFA el arquero tiene que saber jugar con los pies. Cuando termino de entrenar con mis compañeros me quedo media hora más tirando penales y tiros desde afuera del área”, confesó el personaje más popular del Paraguay. En Vélez Sarsfield, recientemente consagrado campeón del Torneo Clausura del fútbol argentino, fue el líder del equipo. Él lo resume en estas palabras: “Soy un referente válido, me escuchan bastante, y soy la persona de más edad del grupo”. No es una novedad que participe en polémicas o que provoque un revuelo con sus declaraciones. En Argentina ya es casi una constante. “¿Imagen de polémico? A mí no me gusta andar con rodeos. Soy frontal y cuando se hacen mal las cosas lo digo, aunque le duela al otro”, sentenció ante las reiteradas acusaciones. Chilavert es así. Sus palabras nunca quedan en el olvido. Puede hablar de fútbol o de política. Pero siempre estará en boca de todos. Para bien o para mal. ©Diario TIEMPO DEL MUNDO
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Diciembre 2017
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