José Luis Chilavert, el arquero goleador. Polifuncional: los domingos ataja y hasta convierte goles para Vélez; ayer recibió llamados desde todo el mundo por el tanto ante Español. "Yo estaba parado en la mitad del campo cuando el árbitro sancionó la falta. Carlos Bianchi, que había ingresado en la cancha, me gritó que fuera a ejecutar el tiro libre, y le hice caso. El mérito es de él, porque es quien manda y quien dio la orden. Siempre tiene una actitud ganadora, siempre arriesga. Y en fútbol, el que no arriesga no gana." El de ayer no resultó un día más para José Luis Chilavert, ya que su día de descanso fue interrumpido una y mil veces. Recibió llamados desde Paraguay, Colombia y los Estados Unidos, y contestó todos. Es que había marcado el que tal vez sea el primer gol de un arquero convertido mediante un tiro libre, y el dato no pasó inadvertido. Sentado en uno de los mullidos sillones que componen la escenografía del departamento que en el barrio de Boedo comparte con su esposa, Marcela, el arquero de Vélez aclaró el altercado que habría tenido con Roberto Trotta: "No es cierto que me recriminó haber pateado el tiro libre y no creo que esté enojado conmigo. En todo caso, debería molestarse con Bianchi, que es quien dio la orden". Con el tanto a Pontiroli, de Español, suma 28 en el transcurso de su carrera profesional -los 27 anteriores fueron de penal-: "No se me ocurre marcar un gol tras eludir a mis rivales ni nada por el estilo. Eso sería demasiado peligroso, y yo sólo corro riesgos cuando estoy seguro de que puedo ganar”. El malo de la película Chilavert habla -y bastante- durante cada encuentro, sobre todo con sus adversarios: "Me dicen «paraguayo muerto de hambre» o «paraguayo, no les robes a los argentinos», Y, obviamente, yo les contesto con lo mismo o algo peor. Lo que pasa es que quieren desequilibrarme, pero nunca lo logran. Con cada insulto yo me motivo más y los que se ponen nerviosos son ellos". Juró que no le preocupa ser mal visto por los destinatarios de su diatriba y contó un caso sucedido en Corrientes con Dante Fernández, de Mandiyú: "En un momento, me agaché para atajar una pelota y él, que pasaba a mi lado, me escupió en la cara. Yo lo miré y le dije: «Seguí escupiendo, total a vos no te conoce nadie». Admito que no soy un santo y que tengo una personalidad muy fuerte, pero, así y todo, no me desconcentro. “Yo no juego gratis ni a la bolita” “La verdad es que me divierte ser el malo de la película -confesó-. Dentro de la cancha soy malo porque no puedo dejar que los contrarios metan la mano en mi bolsillo”. El color del dinero El autor del gol más comentado del último fin de semana piensa en el dinero con la cabeza fría: “Juego al fútbol para ganar plata, no para caerle bien a la gente. Gratis no juego ni a la bolita. Cuando sea viejo nadie me va ayudar por haber sido bueno, así que tengo que pensar en mi futuro y ser realista. Si mis adversarios me pueden pisar la cabeza, lo van a hacer. Por eso, si yo puedo llevármelos por delante, lo hago”. Mientras Marcela participaba en la conversación aclarando que todavía no tienen hijos porque el trajín de su marido sería difícil de sobrellevar con un vástago, Chilavert se quejó pues considera que la prensa desestima sus logros. Chilavert aseguró que acepta el juego de las palabras con sus contrarios, pero no con los árbitros: “Aníbal Hay insulta permanentemente a los jugadores. Si alguno de nosotros le contesta, él lo expulsa y después eleva un informe al Tribunal de Disciplina. Y para ese órgano, lo que nosotros podamos decir no existe”. Se declaró poco menos que encandilado por Vélez, pero recordó su paso por San Lorenzo y no precisamente por cuestiones que atañen a su profesión: "En 1985, después de un entrenamiento, conocí a Marcela. Yo me acerqué a hablarle, pero una respuesta de ella me costó más que atajarle el penal a Palhinha en el Morumbí, por la final de la Copa Libertadores". Señaló a Carlos Bianchi y a Héctor Veira como los mejores entrenadores que tuvo, elogió la personalidad de Daniel Passarella y la capacidad de los arqueros argentinos, y criticó a los guardavallas que actuaron en el Mundial debido a que "ninguno demostró temperamento". Al final, tras ofrecer té y no café, "porque mancha los dientes", Chilavert comparó a los integrantes del plantel de Vélez con los de los demás equipos y no encontró la superioridad que él entiende que marca la prensa en favor de éstos. Pero no lo dijo con un gesto adusto, sino con una sonrisa. Será porque, al fin y al cabo, no es tan malo. MALO “Me hicieron fama de malo y a mí me conviene porque los rivales me tienen miedo. Lejos de perjudicarme, resultó conveniente para mí, porque tengo una personalidad muy fuerte y, dentro de la cancha, soy malo. Ahora los jugadores me respetan; hay muchos que, cuando me ven salir en un centro o quedan mano a mano conmigo, me dejan la pelota”. Textual del arquero José Luis Chilavert. JOSÉ IGNACIO LLADÓS
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Diciembre 2017
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