✓ “Maradona me dijo que me quiere llevar a Boca”. ✓ “Navarro Montoya es la cara de la derrota. No tiene jerarquía ni sabe sostener un resultado”. ✓ “Mi sueño es jugar en Inglaterra. Con mi seguridad aérea y mi pegada puedo ser figura. La leyenda sigue creciendo. A través de sus goles, penales o atajadas, cada día su dimensión aumenta. Las imágenes de sus goles a River y Boca recorrieron el mundo. Si hasta René Higuita, un antiguo competidor en esto de los goles de arqueros, tuvo palabras elogiosas para José Luis Félix Chilavert: “El paraguayo es un grande de verdad. Tiene hambre de proezas por eso la busca permanentemente. Y las encuentra…” Y ni hablar de su Paraguay natal... --Allá soy un héroe nacional. Y no exagero, cualquiera lo puede comprobar. Me toman como ejemplo los niños, los jugadores jóvenes, los entrenadores... Y está bien. Yo trabajo para ser ejemplo. Sé que a algunas personas no les gusta cargar con esa presión, pero el deportista de elite es un personaje público y debe aceptarlo aunque no le guste. —Ya empezaste la campaña “Chilavert Presidente”... -No, digo la verdad. Siempre dije la verdad. En Paraguay varias veces me ofrecieron integrar listas políticas y siempre las rechacé. Mientras sea jugador de fútbol, no puedo meterme en política. Además, el fútbol y la política tienen un punto en común: la hipocresía. Yo trato de combatirla, pero está demasiada insertada en nuestra sociedad. Y no hablo de la Argentina, sino de toda Sudamérica. Es una lacra. —¿Y la hipocresía en el fútbol? --Está, está, seguro. ¿Cómo puede ser que los empresarios se lleven más plata que los jugadores? ¿Cómo puede ser que jugadores que se quejan de los arbitrajes vayan y empujen a los policías o bomberos? —Eso lo decís por Mac Allister, Carrizo y Navarro Montoya... --Exacto. Acá se habla de combatir la violencia, pero hubo jugadores de Boca que bloquearon el trabajo policial. ¿Quién promueve la violencia, entonces? —Bueno, pero se sentían perjudicados por un arbitraje. ¿O cómo te sentías vos el día de Elizondo, en aquel partido con Español? --Nosotros no lloramos. —¡Cuando perdieron cinco partidos seguidos mataron a los jueces! Inclusive, le dieron con todo a Elizondo. --No señor. A mí me expulsó por besar una pelota. Encima, después dijo que había que tener p... para echar al ídolo en su cancha. Lo de él fue otra cosa. Aparte, ¿de qué se quejan los jugadores de Boca? Castrilli dirigió muy bien. Yo me acuerdo que, en la Copa del '95, Javier nos echó a Cardozo y Sotomayor injustamente en un partido con River en el Monumental. Y nosotros no dijimos nada. Lo que pasa es que los futbolistas de Boca hablan para tapar la goleada que les encajamos... —Ellos no dijeron nada de los jugadores de Vélez. --No... bah, más o menos. Cuando le preguntaron a Navarro Montoya por mis dos goles, dijo que eso era secundario. Y yo digo que nunca los goles son secundarios. Goles son amores. Lo que pasa es que él habla porque nunca más se va a olvidar del apellido Chilavert. —Bue... --Es verdad. Me parece una falta de respeto que relegue los dos goles a un segundo plano. Nadie puede ser campeón restándole importancia a los goles. —El habló de evitar una tragedia. --Es un perdedor, la imagen de la derrota. Se le nota en la cara, cuando le iba a patear el penal vi en sus ojos que ya estaba vencido. Aparte no entiendo cómo los periodistas no comentaron los insultos que me dedicó cuando se me puso cara a cara antes de que pateara el penal. —iJosé, desde la platea no se escucha! --Para mí no existe, no ha ganado nada, No tiene la jerarquía de un arquero internacional. Además, se cae anímicamente, no es capaz de sostener un resultado o el rumbo de un partido. Cuando me atajó un tiro libre en la cancha de Boca, el día que perdimos 1-0, me mostró la pelota. Ese gesto no lo olvidé más. Dijo que yo no sabía cambiar de palo. ¡Pobrecito! Desde esa vez, en cada entrenamiento pateaba setenta u ochenta tiros libres. Pero no por él, sino para perfeccionarme. Bueno, después le hice un gol de tiro libre al otro palo, para que aprenda a no meterse conmigo. ¿La verdad? Me da lástima... Cuentan algunos jugadores que en aquel frente a frente, el Mono le dijo al Paraguayo: “i¿Qué?! ¿Sos guapo?!”. Dicen que los ojos de Chilavert se salían de órbita. “No soy guapo, soy el mejor del mundo”, fue la respuesta. La intervención de Castrilli interrumpió la guerra dialéctica. “¡Cállese, Chilavert, o lo expulso!”. Pero ésa ya es historia antigua. Ahora, el súper Vélez de Carlos Bianchi amenaza con otro campeonato. Como un broche de oro para la persona que nuevamente como si fuera un sino del destino, levanta anclas para retomar a Europa. --Yo no tengo dudas: todo lo que conseguimos se lo debemos a Bianchi y a la inteligencia de este plantel. Carlos es nuestro padre futbolístico, el que nos guía. Es el mejor entrenador que tuve en mi carrera. Ojalá que podamos ganar este título, se lo vamos a dedicar a él. —¿También sería tu último campeonato en Vélez? --Acá estoy muy bien, pero si me conviene una oferta económica, no me quedará otra opción. Ahora tengo un ofrecimiento de Inglaterra, que es el fútbol que más paga en el mundo. Inclusive, más que Italia. Y acá también me hablaron de un club grande... —¿Boca? --No sé. No puedo hablar. Lo que sí digo es que el club al que vaya debe tener aspiraciones y mentalidad ganadora. —¿Boca las tiene? --Aspiraciones, seguro. Me dejaron dudas los jugadores. El domingo pasado demostraron que estaban desequilibrados, los mató mi gol de tiro libre. No se recuperaron más. Aunque uno también debe juzgar las trayectorias y estos jugadores de Boca la tienen. —¿Festejarías un gol tuyo con piquitos? --¿Yooo...? ¡Ni loco! Me parece un mal ejemplo. Hay muchos chicos de doce o trece años, que están en plena adolescencia, en plena formación, y que al ver esas imágenes pueden confundirse. No es un buen ejemplo que dos futbolistas mundialmente consagrados se besen en la boca. --¿Y quién es un ejemplo? --Yo. Me mato trabajando para jugar lo más que pueda. Para perdurar hay que trabajar. Yo llego, siempre, una hora antes a las prácticas, no salgo de noche, no bebo, no fumo. Aquellos que van a boliches o hacen una vida difusa pueden llegar a destacarse, pero no mantenerse en un nivel de élite. Yo quiero llegar hasta los 42 años atajando y para eso trabajo. —¿Parece un tiro por elevación para Maradona? --iNooo!... Yo a Diego lo admiro porque salió de una casa muy humilde y llegó hasta sectores del poder. Es un monstruo, el mejor jugador que vi en mi vida. Además, yo lo juzgo como futbolista. Como persona, no lo conozco. Solamente hablé con él el otro día, cuando sorteamos el arco con Castrilli. —¿Qué te dijo? --Que quería jugar conmigo. “Dale, Paragua, ¿por qué no te venís con nosotros?”, me dijo. Yo le respondí que dependía de su presidente y de la plata que ofreciera. EI paraguayo se ha convertido en una empresa ambulante. Por día recibe tres o cuatro ofertas para hacer publicidad: lácteos, galletitas, autos, canales de cable... Todos buscan a Chilavert para que publicite los productos. El ni se inmuta. “No tengo tiempo: yo soy un profesional del fútbol, no soy modelo”, aclara mientras clava sus ojos negros en el interlocutor. Y sigue bombardeando a su manera... --Me molestó que el Turu Flores haya dicho por televisión que le disgustó el arbitraje de Castrilli. Me parece que le faltó un poco de personalidad para no dejarse llevar por sus amigos del panel. Se dejó influenciar, no se animó a contradecirlos. Pero eso, con el tiempo, lo va a aprender. Claro, cada uno puede decir lo que quiera. ¿Cómo jugador? Si se entrenara un poco más, el Turu la rompe en Europa. —José, con Vélez ganaste todo, le hiciste goles a River y Boca, jugaste en España... ¿Cuál es tu mayor ambición? --Ahora, clasificar con la Selección del Paraguay para el Mundial de Francia '98. Y lo vamos a lograr, tenemos un buen equipo, ordenado, que sabe lo que quiere. Después, jugar en el fútbol inglés: con mi patada y mi seguridad en el juego aéreo, puedo ser figura. —En Colombia dijiste que acá te subestiman porque sos paraguayo. ¿Lo mantenés? --Yo siempre hablé del terreno deportivo. El fútbol es muy hipócrita: en la cancha me dicen de todo. “¡Paraguayo muerto de hambre!”, “¡Negro de m...!”, “¡Andá a laburar a tu país!”... me dicen de todo. En ese aspecto, los futbolistas son racistas. Pero yo se lo atribuyo a la competencia, me quieren herir y desconcentrar a través de la palabra. Pero no lo logran. Cuantas más cosas me dicen, más me agrando. En cambio, socialmente Argentina es otra cosa. Nunca me hicieron sentir un extranjero, la gente por la calle me halaga, me trata bárbaro. Es como si fuera mi propio país. —¿Cuál es el secreto para tener tu pegada? --Varios... Primero, el trabajo. Siempre me quedo pateando para mejorar. Segundo, que Dios me haya dado un pie muy chico. Yo calzo 39 y, con tan poco volumen, el impacto es más fuerte. También influye que no me vendo los pies para tener una mayor sensibilidad en la pegada. Después, la clase de botines que uso: Lotto me los hace especialmente con piel de canguro para que sean más blandos. Siento mucho más la pelota. —¿Por qué te haces odiar en la cancha? --¿Yo? No, yo trabajo para rendirle a mi equipo. --Los jugadores de otros clubes dicen que sos el más irritante de los futbolistas... --Sí, pero nadie sabe decir por qué. Me nombran pero no lo argumentan. ¿Entonces qué tienen que decir de Hernán Díaz o de Gustavo Barros Schelotto? A mí, ni los rivales ni el periodismo me dan de comer. Así que no debo gastar pólvora en chimangos. José Luis Félix Chilavert. Para muchos, el mejor arquero del mundo. Para muchos, un tipo insoportable. En Liniers, no se le ocurra hablar mal del Lord Paragua. Es un ídolo total. Autocritica Muchos me critican y me acusan de soberbio. Pero no es así. Lo que pasa es que soy un profesional cien por ciento: no salgo, llego primero y me voy último de los entrenamientos, no soy simpático con los periodistas y, encima, muchos rivales me tienen envidia. Además, y creo que no lo duda nadie, soy frontal: digo lo que pienso. ¿Errores? Por supuesto que cometí muchos. Después de todo, de ellos se aprende. Sin malas experiencias, uno no se superaría. Por ejemplo, entre los últimos que recuerdo, están los dos goles que me hizo Huracán en este campeonato. Me los comí yo, no hay que darle vueltas al asunto... Menos mal que en este Vélez hay unos jugadores bárbaros, que saben disimular cualquier falla individual al corregir un resultado negativo. Ellos me salvaron y empatamos 2-2. Esa semana casi no dormí de bronca. Entrené el doble y mire varias veces el video para no caer en las mismas fallas. En el '94, también fallé en un centro con Argentinos Juniors, en Mendoza, y la jugada terminó en gol. Ahí me mentalicé y decidí trabajar mucho más sobre mi juego aéreo. Otra cosa que comprendí con los años es a manejar los tiempos de un partido. Antes me enloquecía y capaz que quedaba en evidencia al hacer tiempo o al protestarle a un juez. Ahora soy mucho más medido, más equilibrado, por más que a los rivales no les guste que gesticule o les hable. La madurez que alcancé en estos últimos tres años me hizo ganar en seguridad y rendimiento. Por eso me siento, verdaderamente, el N° 1 del mundo en el puesto. Y no lo digo yo solo: cada vez son más quienes lo afirman. En todas partes. MIGUEL ANGEL RUBIO
|
Digitalizado porArchivos
Diciembre 2017
Categories |