Vélez copó la parada: ganó 1-0 en La Plata y quedó solo en la punta. José Luis Chilavert, Roberto Luis Trotta y José Oscar Flores. Los símbolos de un equipo que, con personalidad y orden táctico, arrasa. Desde que se inventó la pólvora, desaparecieron los guapos", reza un viejo adagio porteño. Pero este Vélez insaciable, asociado con los triunfos desde que el charme parisino de Carlitos Bianchi desembarcó en Liniers, se resiste a creer en esa frase. Y se opone con su estilo: con garra, con los puños crispados, ofreciendo el alma en cada jugada. Para ellos, para los taitas de Liniers, los guapos siguen vigentes. Aunque ya no usen gomina ni polainas, ni se junten debajo del farol para chamuyar de tangos y naifas. En La Plata, en un sábado que extendió la milonga hasta la madrugada porteña, regalaron una muestra más de que su amor con el éxito ya no cabe en el zaguán. Con el pecho inflado de orgullo y la mirada asomándose debajo del funyi, coparon la parada de Estudiantes y se trajeron los tres puntos que los mantienen en lo más alto del Apertura. "Hasta ahora fue el partido más difícil del campeonato. Inclusive, Estudiantes nos complicó más que River. Pero por suerte reaccionamos, sacamos ese espíritu -por no llamarlo de otra manera- que nos caracteriza, y nos quedamos con un triunfo importantísimo. No hay nada que hacerle: este equipo tiene unos h... impresionantes. Apenas nos mojan la oreja, como nos pasó en el primer tiempo, salimos a matar o morir. Y siempre matamos, jé...", dice Roberto Luis Trotta, uno de los símbolos de este conjunto que no se quiere bajar del tranvía de la victoria. Justo lo afirma él, el jugador más aplaudido de la noche. El que fue ovacionado por su gente por adopción (los cuatro mil que viajaron 60 kilómetros desde Liniers embanderados en trapos azules y blancos) y por los que lo vieron nacer en el fútbol grande (los quince mil pintados de rojo y blanco). El mismo que se mantiene en la cresta de un rendimiento impresionante, el que no duda cuando tiene que reventarla, el que se anima a salir jugando con el facón en la cintura y cabeceando a sus compañeros como para indicarles el camino, el que se puso pálido cuando Castrilli se equivocó de tarjeta y le sacó la roja en vez de la amarilla, luego de una falta del defensor a Calderón. --iPero, Castrilli, no fue para tanto! Me está echando por una falta común... --¿Eh? Uuyy, me equivoqué de tarjeta -respondió el árbitro antes de aflojar sus mandíbulas y despedir una sorprendente e inédita sonrisa que festejó su error. "Me quería morir. Todavía me dura el susto... -confiesa el dos, mientras se acomoda el funyi-, menos mal que se corrigió. Porque si me cortan este momento... Ganamos todo con Vélez, nos reconocen como al mejor equipo del país, la posibilidad de la Selección, que sería una de las alegrías más grandes de mi vida. ¡¿Qué más se puede pedir?!" En el fondo, allá a lo lejos y junando, está el más representativo de los guapos. El que tiene cara de compadrito, el "boncha cadenero" para sus compañeros, el que siempre está cuando hay que copar la parada. El que cambió la tranquilidad asunceña por el chamuyo vertiginoso de las esquinas porteñas. El más guapo de la barra. Y si no, lea... "No sé si guapos es la palabra. Pero que tenemos ese fuego sagrado que nos distingue, seguro. Jugué a pesar del disparate de Ruscio, cuando informó que yo había saludado a la hinchada de Racing después de que les ganamos. ¿Estamos todos locos? Me citó el Tribunal de Disciplina y les dije de todo. ¿O acaso ahora los jugadores no podemos festejar una victoria? ¿Por qué no informó Ruscio que después del gol Fleita me p... de arriba abajo? Y encima, cuando terminó el partido, el pibe vino a pedirme el cambio de camiseta. “iSalí de acá, pendejo...!”, le dije. Además, yo saludé a la gente de Racing con respeto, como hago siempre. Si me suspendían, era una barbaridad. Para eso que me digan que no quieren que juegue más en la Argentina y me voy a otro lado. Claro, lo que pasa es que con Vélez les salió un grano: hace tres años que somos el mejor equipo del país y estamos eclipsando a los clubes grandes. Arruinamos el negocio de muchos...", dice José Luis Félix Chilavert, mientras se arregla el lengue. Por cierto que el arquero no fue de los más atareados de la noche platense. Con esa solidez defensiva que caracteriza al equipo de Liniers, apenas tuvo que intervenir cuando Calderón lo exigió dos veces desde lejos. Pero él siempre está ahí: chamuyando a los rivales, pegándole a la pelota con un caño desde su área, en una variante táctica del conjunto que termina en... una alternativa ofensiva. Y eso que últimamente no ostenta con asiduidad esa patada que obliga a la pelota a recorrer 70 metros de terreno. El motivo es increíble... "Es que me duele la pierna. Claro, iCómo no me va a doler si estoy desgarrado! Hace dos meses me encontraron un desgarro de ocho milímetros en el aductor. Pero yo soy así: me van a tener que matar para sacarme. Veo a los muchachos que meten como locos en la cancha y no puedo ser menos. Con esa garra nos convertimos en los mejores y ya no nos van a cambiar. Por más que a nadie le guste. Pero ojo que también tenemos mucho fútbol, ¿eh? Porque con h... nada más nadie gana nada. Ahí están Bassedas, el Pepe Basualdo, el Pacha Cardozo, ellos saben mucho con la pelota. Y ni hablar del Turu Flores..." Después de un primer tiempo que no fue, precisamente, una papusa para los taitas de Bianchi, se encendieron las luces del viejo varieté. Había que ganar el partido para seguir firme en la punta. Entonces el Pepe Basualdo creció en su novedosa posición de volante ofensivo libre de tres cuartos hacia arriba, el Chino Zandoná se lanzó como hombre de ataque permanente por la punta derecha y hasta hizo la jugada que desembocó en su propio gol, luego de un rebote que dio Bossio a un remate de Trotta. El técnico había puesto toda la carne en el asador -ya estaban Rentera y el chileno Sánchez en la cancha-, y el fuego lento cocinó el triunfo. Los firuletes del Turu Flores -fueron sólo cuatro o cinco ante Estudiantes- quedaron para mejor ocasión. Este Vélez hasta se pudo dar ese gran lujo. Como lo reconoce el propio delantero, otro guapo pero en sentido distinto: nunca arruga cuando las patadas lo reciben en forma de bienvenida. "Si yo juego bien o mal, es secundario. Obviamente, me siento importante, necesario, pero acá ninguno es imprescindible. Por eso, si las cosas no me salen, me quedo tranquilo: este equipo está tan bien armado y tiene tanta personalidad que igual sale a flote. Además, aparte de los tres puntos, contra Estudiantes logramos algo muy importante: terminar el partido los once. Hasta ahora nos habían echado a Compagnucci, Camps y Asad en el Apertura y a Sotomayor y Cardozo en la Copa. Pero eso también está dentro de la lógica de este conjunto. Con este temperamento, con esta garra, Vélez salió campeón de todo. Y con esa misma característica sigue peleando todo lo que se le cruza. Es un equipo de valientes, jé...", asegura José Oscar Flores, mientras llena de elogios a este equipo diquero. ¿Quién dijo que desde que se inventó la pólvora ya no hay guapos? En Liniers aseguran que los adoquines de sus calles, sus veredas amarronadas, sus esquinas impregnadas de tango, suelen ser pisadas por misteriosas polainas. Allí conviven los funyis con los gorros raperos de los '90; los lengues con las corbatas financieras de los yuppies actuales; los faroles con las luces de mercurio; el tango con el rock; la milonga con el pop; el pasado con el presente. En el medio de ese túnel del tiempo, once hombres con una "V" azulada en el pecho riegan con orgullo a todo un barrio que aún no conoce la pólvora. Es que en Liniers desmienten el viejo dicho popular. Por allá, por el Oeste, aún pululan los guapos. ¡Y cómo! ******************************************************************************* LOS 100 DE BIANCHI Ante Estudiantes, Carlos Bianchi cumplió su centésimo partido como técnico de Vélez Sarsfield. Bajo su conducción -que comenzó en febrero de 1993, con una victoria por 2-0 sobre Español-, el equipo ganó 47 veces, empató 32 y perdió 21. Convirtió 131 goles y le hicieron 84. Como detalle vale destacar que, excepto en el Clausura del '94 -lapso en el que simultáneamente Vélez afrontaba la Copa Libertadores-, el conjunto de Liniers nunca bajó del tercer puesto en un Campeonato local. ******************************************************************************* ¿POR QUÉ UN EJEMPLO DEBE SER TAPA? por ALDO PROIETTO Muchos predicadores de la palabra, sobre todo de la palabra hablada, suelen reprocharle a EL GRAFICO las pocas tapas que le dedica a Vélez Sarsfield, sin duda el mejor equipo del fútbol argentino de los últimos tiempos. Naturalmente, reproches similares suelen dispararse desde el propio club. Son respetables los unos y los otros, aunque más comprensibles los segundos. En verdad, EL GRAFICO no siente necesidad alguna de explicar por qué no pone a Vélez en su tapa a pesar de ser nuevamente único puntero y dar cada semana una lección diferente. Dicho esto con el mayor de los respetos por los opinadores, especialmente por aquellos de primer nivel, no tanto por los de cuarta, y con mayor respeto aún por los jugadores, el cuerpo técnico y los dirigentes de la institución. Filosóficamente, EL GRAFICO responde a las grandes mayorías, entre las que Vélez todavía no logra enrolarse. Decía con dolor Carlos Bianchi: "Cuando nos juntamos en el estadio para celebrar la Copa Libertadores, me dio una bronca bárbara al no ver las tribunas llenas. Este club es así..." Así es. Convocatorias aparte, pasiones desalojadas, predicadores en sus púlpitos, objetivamente hay elementos asombrosos acerca de este equipo revolucionario: ►Fue campeón del Torneo Clausura 1993. ►Campeón de América 1994. ►Campeón Intercontinental 1994, nada menos que contra el poderoso Milán de Italia. ►Una sola vez bajó del tercer puesto, hecho que ocurrió en el Clausura 1994, cuando decidió priorizar la Copa Libertadores. ►Fue eliminado por River de la Copa 1995 después de haber empatado heroicamente en el Monumental tras las expulsiones de Cardozo y Sotomayor. No obstante, en la revancha debió recurrir a cinco suplentes, llegó a los penales y Zandoná estrelló su remate en el travesaño. Cosas del fútbol. Pero en medio de la amargura de esa noche, Bianchi respondió con sabiduría a una pregunta que perseguía el apocalipsis: “¿Cuál es el problema? Problema tienen los desocupados, los que ganan trescientos pesos por mes, nosotros, no... Ganamos mucho. Entonces es cuestión de dormir, hablar, entrenar y seguir”. Pudieron recuperarse de la caída y allí están, otra vez en lo más alto. Sin dramas ni estridencias. Pero Vélez no sería lo que es si fallara uno de los lados del mágico triángulo equilátero que exige el fútbol. Un técnico de excelencia rodeado por profesionales a tono, jugadores con un sentido profesional único, capaces de poner lo que hay que poner aun en las circunstancias más adversas y un grupo de dirigentes muy interesante, entre quienes se destaca Raúl Gámez, extraordinario caso de superación personal: militó en la barra brava y hoy se perfila en el más alto nivel. Vélez cuida su patrimonio. Vendió a Pompei, Almandoz, Armentano y Ramos. Ingresó dos millones cuatrocientos mil dólares. Pero siguió el consejo de Bianchi: “Sólo podemos ceder a un jugador por línea". De tal modo, retuvo a dos bastiones: el arquero José Luis Chilavert, quien al margen de algunas excentricidades es excelente y dispone de tales agallas que le permiten jugar lesionado, y Roberto Luis Trotta, pedido oficialmente por Boca tantas veces como negado por Vélez. Cuida sus divisiones inferiores. Sus finanzas están equilibradas a pesar de las bajas recaudaciones que produce. A este gran equipo, a este gran club, saluda EL GRAFICO con sinceros deseos de que su ejemplo sea imitado. Por otros equipos de otros clubes y también por aquellos predicadores de palabra ligera. MIGUEL ANGEL RUBIO y MATIAS ALDAO
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Diciembre 2017
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