Gimnasia le ganó 3-2 a Vélez con justicia, pero al final del partido los jugadores de ambos equipos se agredieron. Aunque lo niegue, el paraguayo José Luis Chilavert lanzó un par de manotazos contra el uruguayo Guillermo Oscar Sanguinetti, cuando éste encaraba la manga que lleva a los vestuarios a los que se iba expulsado junto con Mauricio Pellegrino. El partido habia terminado con un ajustado triunfo de Gimnasia y la trifulca se generalizó. Hubo trompadas entre los jugadores, y una fundamental, bien clarita: se la lanzó desde atrás Sergio Daniel Dopazo a Roberto Luis Trotta. Lamentable. Descalificadora. Seguramente resabio de viejos rencores: actitudes insólitas del jugador de Vélez -que seguramente cree que así defiende su antiguo amor por Estudiantes- y respuestas del de Gimnasia -que seguramente cree que así tendrá un lugar destacado entre los hinchas de su club-. Particulares dentro del campo de juego y proyectiles lanzados desde las tribunas. Uno de ellos alcanzó en la cabeza a Carlitos Bianchi, quien optó por ironizar sobre los hechos: “¡Para qué hablar, si aquí después no pasa nada!”. Bianchi dijo una gran verdad, más allá de su tono irónico. Hace pocas semanas, en esa misma cancha fue agredido el presidente de Boca, don Antonio Alegre, y misteriosamente no hubo sanción alguna para el club cuyo presidente ingresó el domingo al vestuario del juez Guillermo Marconi no se sabe para qué. La mecha que encendió Chilavert, todo un experto en estas cuestiones, al punto que llega a creer que un hombre vale más por el tamaño de su cuerpo que el de sus ideas, originó un incendio en el que participaron todos: titulares, suplentes, auxiliares, público, y que parecía anunciado por las promesas de venganza para Roberto Trotta, quien -a partir de más de una actitud censurable- tiene cuentas pendientes con los... hinchas de Gimnasia. Lo cierto es que el escándalo se generalizó. Una vergüenza que exige drásticas sanciones del Tribunal de Disciplina, organismo que parece integrado por trémulos corderitos temerosos de aplicar el rigor que la ley posibilita y las circunstancias exigen. En La Plata ocurrió algo muy grave, y si no hubo que lamentar víctimas fue por la decidida acción policial, que redujo y detuvo a decenas de hinchas dentro del campo. Sin embargo, también fue llevado a declarar Bianchi –agredido-, con el pretexto de que ofreciera su visión acerca de quién lanzó la piedra que lo lastimó. El partido había sido otra cosa, está dicho. Y lo ganó Gimnasia porque desde que llegó Perfumo a la dirección técnica se hizo fuerte porque: 1) Se atrevió. Más allá de los temores apuesta al ataque. Con todo. Con todos. Frente a Vélez se lanzó y mandó juntos a la cancha desde el inicio a uno de los mellizos Barros Schelotto-Guillermo-, al uruguayo Guerra y al sorprendente y Pícaro Fernández, goleador siempre presente. 2) Mantiene la solidez que supo heredar. Y en ese trabajo de la última línea le ha dado especial relevancia a quien juega en el mismo puesto que lo hacía él: Pablo Morant es un central con presencia y elegancia. Con eso, Gimnasia pelea. Culpable o no, ojalá que lo haga siempre dentro de la cancha y con la pelota en juego. EL DURO OFICIO DE DT Bianchi y Perfumo hablan en los vestuarios. El de Vélez tiene una herida en su cabeza y prefirió no comentar los incidentes. Del otro lado, el técnico de Gimnasia continúa disfrutando de su buena campaña desde que asumió en el club de La Plata, aunque no puede jugar como local en paz. Haz clic aquí para editar. HÉCTOR COLLIVADINO
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Diciembre 2017
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