Entrevista Exclusiva José Luis Chilavert habló de todo con Javier Castrilli: Confesó que teme por si vida, criticó a Clarín y dijo que disfruta cuando lo insultan. por JAVIER CASTRILLI Viene a hablar con José Luis, ¿no? A mí me gustaría que la gente supiera de una vez lo buen muchacho que es, dice el gerente general de Vélez, y asegura que quiere a Chilavert como si fuera un hijo. “Le cuento una: cuando René Favaloro operó al escritor paraguayo Augusto Roa Bastos. Chilavert pago todos los gastos. Tiene un corazón así de grande, pero todos lo ven como a un soberbio”, explica el hombre. Lo cierto es que al arquero el papel de bravucón le sienta bien y él se esmera por mejorarlo en cada aparición. Con Chila no hay término medio, se lo ama o se lo odia y él parece sentirse feliz con cualquiera de los dos sentimientos que provoca. “Yo caliento el ambiente y disfruto cuando me insultan porque eso quiere decir que soy importante”, se enorgullece. Los dirigentes de Vélez, mientras tanto, pasaron de la preocupación inicial al alivio. Si se confirma el fallo que lo inhabilita para jugar por 13 meses --más una condena a tres años de prisión en suspenso, por haberle pegado a un hombre en 1994--, el gobernador Eduardo Duhalde anunció que lo indultará. —¿No le preocupa pelearse con todo el mundo? --Me llevo bien con los que me respetan. Dicen que soy peleador. En la cancha peleo por mi dinero y por el dinero de mi familia. —¿Para ganar vale todo? --No se puede ser santo dentro de la cancha. Si los rivales pudieran, me pisarían la cabeza. No me importa lo que opina la sociedad. Hoy la gente es hipócrita porque antes de hablar piensa en lo que van a decir los demás. Yo no pienso en eso y digo lo que siento. Después me quieren comparar con otros jugadores extranjeros que nunca dan problemas, como Enzo Francescoli y Marcelo Salas. Claro, ¿acaso ellos se meten cuando hay que criticar la corrupción o una injusticia? No. Sólo dicen cosas para caerle bien a la gente. Yo me meto en líos porque no sigo al rebaño. Me llaman “provocador” o “sinvergüenza”. Llevo 18 años como jugador profesional y nunca me echaron de ningún lado. No debo ser tan mal tipo, entonces. Fíjense que con la fama de malo que tengo, los niños vienen igual a mí. Tal vez porque me identifican con Stallone o Terminator, que tienen caras de malos pero son los héroes. —¿Le parece que sus actitudes son un buen ejemplo para los chicos? --Los chicos saben captar que uno en el fondo no es malo, más allá de las actitudes. Cuando (Martin) Palermo se bajó los pantalones en la cancha, yo lo critique duro mientras otros dijeron que era una tontería. Mostrar el culo no es un buen ejemplo. Tampoco que dos hombres se den besos en la boca. —¿Se refiere a los que se daban Maradona y Caniggia cuando jugaban juntos en Boca? --Es que no está bien. Un chico de once o doce años está en una etapa difícil en la que puede no saber si le gusta una chica o un hombre. Si, encima, los periodistas aplauden esos besos, le generas un lío terrible. —¿Por qué cree que los periodistas lo atacan a usted y no a los demás? --Me atacan porque no les doy de comer. Hay colegas que invitan a los periodistas a sus casas y les mandan tarjetas postales. Incluso hay periodistas que cobran, que son intermediarios. En mi casa no entró nunca ningún periodista, a pesar de que siempre lo intentan. Una revista muy famosa de la farándula le ofreció a mi mujer 80 mil dólares para que les contara la intimidad de Chilavert, y mi mujer dijo que no. Lo que yo logré fue por mí sacrificio, no gracias a la prensa. Si la prensa hoy pudiera destruirme, lo haría. —¿Se sintió bien la semana pasada, después de amenazar a dos fotógrafos diciéndoles que les iba a pasar “lo mismo que a Cabezas”? --Que quede claro que yo no amenacé a nadie. Fue una broma que hizo un compañero mío. Una broma de muy mal gusto, muy pesada, pero como no soy un delator, no voy a decir quién fue. Es un muchacho que cuando vamos en la combi les grita cosas a los policías y después cierra la ventanilla. Yo lo reté porque estaba seguro de que al otro día iban a salir a decir que había sido Chilavert. En nombre del plantel de Vélez le pido disculpas a la familia Cabezas. Con esas cosas no se juega. Yo no amenacé a nadie. Aunque hay algunos periodistas que son muy pesados. —¿Qué le hacen? --Me faltan el respeto, me provocan. Cuando se conoció que me iban a inhabilitar para jugar y que me daban tres años de prisión en suspenso una periodista de Telefé, Paula Trápani, dijo: “¿Qué tenemos que perder tiempo rodeando a este negro de mierda?”. Me di vuelta, la miré y se puso toda colorada. “Tenés razón: soy negro --le dije--, pero de mierda no. Gracias a este negro venís a hacer una nota y te pagan el sueldo”. No tengo la culpa de que a un periodista le paguen 300 pesos cuando yo gano más. Que juegue al fútbol como yo. Les doy un dato: soy el único jugador que tiene un juicio con Clarín, por eso siempre me pegan palos Clarín y Olé. En el concurso que ellos armaron, El Gran DT, te cotizan y usan tu imagen y tu nombre sin permiso y sin pagarte un peso, mientras el diario gana fortunas. No, señor. Yo no quiero —¿Pero participó en algunos programas de televisión. ¿Le pagaron? --Por supuesto. ¿Acaso los periodistas no cobran por hacer lo mismo? Los días se los que participo el rating es más alto. Algunos me ven porque quieren saber “qué dice hoy este negro hijo de puta”. —Una vez escupió a un fotógrafo. ¿Le parece que tenía derecho a hacer una cosa así? --A ese periodista lo banqué seis meses. Por detrás me decía que yo era el peor de los arqueros, que era gordo, una bolsa de papas. Hasta me pegó con el micrófono en la cabeza y decía: “Le pegamos a Chilavert, ja, ja”. Cuando se quiso meter en una entrevista que me estaban haciendo se lo impedí y me dijo que era una basura. Ya me tenía cansado y no quería pegarle para no ligarme una denuncia. Entonces, junte mucha saliva y se la rocié en toda la cara. Lo hice con tantas ganas... —¿Usted disfruta cuando lo insultan? --¡Y claro! Eso significa que Chilavert es importante. —Sus compañeros deben adorarlo si las puteadas son todas para usted... --No sólo los de Vélez. Cuando jugaba con la selección paraguaya, al único que insultaban era a mí durante las eliminatorias para el Mundial de Francia. Llegué al partido con Bolivia después de una lesión y me habían dado cortisona. Estaba hinchado como el muñeco gordo de Michelin. Los periodistas y los jugadores bolivianos se burlaban de mí. Entonces declaré que nunca había visto un jugador boliviano que trascendiera. “Bolivia no existe en el fútbol”. —Pero eso no es cierto. No puede negar que hubo grandes jugadores bolivianos. --Si ya sé, pero era una forma de descomprimir. Tenía a todo el estadio insultándome a mí mientras mis compañeros jugaban tranquilos. Yo apunto a mi objetivo, que es jugar al futbol para ganar dinero. Sé que es chocante lo que dije pero lo hice a propósito. —Entonces, ¿tampoco le duele cuando ofenden a su país? --A mí no me duele. A los otros, sí. Cuando yo dije para la televisión japonesa cuáles eran los puntos débiles de la selección argentina durante el Mundial de Francia, todo el mundo me criticó, y hasta hubo dos legisladores que pedían que no me dejaran entrar al país. Y yo no me enojé por eso. —Claro, el lío lo armó usted, después de todo. --Como deportista tengo derecho a decir como juega el arquero Argentino y el mediocampo. No es un secreto de Estado. No busco faltar el respeto sino calentar el ambiente. —Ese es el tema. ¿No cree que con esa actitud incita a la violencia? --Sí, claro que son incitaciones a la violencia. Pero hay que ponerse en la piel de un jugador que entra en un estadio y le dicen “paraguayo hijo de puta” o “muerto de hambre”. Cuando me insultan les hago con la mano así, para que sigan. O me pongo la mano en el oído como que no los escucho, para que griten más fuerte. Con el único que me cuidaba de hacer gestos era con usted. Si los hacía me expulsaba. Yo lo respeto, Javier, aunque digan que es un duro. Además nunca insulto a los árbitros. Les protesto, pero los respeto incluso cuando se equivocan. —Los jugadores, también se equivocan... --Sí, pero algunos árbitros parece que tuvieran problemas en los ojos. Usted una vez me echó porque yo le discutí que una pelota se había ido afuera y le mostré con las manos cómo había sido. —Usted quiere ser siempre el protagonista, es raro que no buscara jugar en otra posición, que no haya querido ser 10. --Al principio no era arquero, era 9. Pero hace unos veinte años en un partido de solteros contra casados, mi hermano me aconsejo ir al arco porque yo era muy flaco y los casados, que estaban gorditos, me podían quebrar. Me gustó estar en el arco y decidí ir a probarme a un club de Asunción. Como no había plata para el pasaje me fui caminando ocho kilómetros de ida y ocho de vuelta. Cuando el técnico me pregunto en que posición jugaba dudé. Al final dije de arquero. Dios me ayudó. —Ser número 10 o 09 en el fútbol es como ser cantante de una banda de rock: son los más admirados y las chicas se enamoran de ellos. ¿Los arqueros tienen éxito con las mujeres? --Sí, el fútbol ayuda con las mujeres, por eso yo conseguí casarme. Soy un negro feo y mi mujer es demasiado para mí. Marcela es espectacular. La conocí cuando jugaba en San Lorenzo y ella jugaba al tenis. Nuestra diversión pasa por ir de compras al supermercado, al cine, a los mejores restaurantes y tomarnos buenas vacaciones. Siempre con mi familia. Soy exitoso pero no tengo dudas de que todo lo que he logrado también se lo debo a Marcela. Nos entendemos y discutimos los contratos juntos. Soy un duro dentro de la cancha, pero en mi casa la que manda es mi mujer. —¿Por eso no tiene representante? --Me ahorro la comisión de un manager porque estudié dos años de Ciencias Económicas. Abandoné la camera por el fútbol. A mí y a mis hermanos, mis padres nos dieron una buena educación y eso que yo vengo de una familia muy humilde. Nadie me regalo nada. Hasta los siete años andaba descalzo junto con mis hermanos y teníamos que ordeñar la vaca y ayudar a mi madre a vender la leche. “Soy el único jugador que tiene un juicio con Clarín, por eso siempre me pegan. En el Gran DT te cotizan y usan tu imagen sin permiso” —¿Qué es lo que le da más orgullo? --Mi hija Anahí, que cumplió siete meses. Por encima de todos los logros deportivos. —En Paraguay, los medios publicaron que usted tenía un hijo extramatrimonial... --En lo único que quedó eso es en que ensuciaron a Chilavert. No pasó nada más. Tengo dinero para criar cincuenta o cien hijos si quisiera. Cuando mencione la palabra ADN, para que probaran si yo era el padre o no, se callaron la boca. Lo hicieron para perjudicarme. —¿Tanto dinero tiene? Si hoy se terminara su carrera, ¿podría vivir con lo que ganó? --Si porque no tiro la plata. Me di el gusto de recorrer el mundo con mi mujer y hasta elegí el momento en que quería tener un hijo. Mi padre decía que para eso había que estar en una buena situación. Invierto en propiedades y estoy al día con los impuestos. En pescado podrido, que es como yo le digo al diario Olé, dijeron que la DGI iba a investigar a no sé quién. A mí la DGI me manda tarjetas agradeciéndome por la forma en que pago mis obligaciones. Si no fuera así, habría salida hasta en la tapa de Patoruzú como un evasor. —Usted siempre opinó sobre Paraguay. ¿Piensa dedicarse a la política? --No sé. Yo me siento muy identificado con mi país, que es pequeño y maravilloso. Un país de cinco millones de habitantes que se puede manejar tranquilamente. Sólo hay que evitar la corrupción. Mi país hubiera crecido mucha si no hubiéramos tenido dictadores. Ellos tienen séquitos que viven al pueblo. —¿Nunca apoyó a Alfredo Stroessner? --Las dictadores hacen casas para acercarse a la gente y Stroessner hizo carreteras, colegios, hospitales. Pero solo al comienzo después vino el deterioro. Y hace tres años que vengo denunciando a Lino Oviedo, este personaje que tienen asilado en la Argentina. La gente olvida que en el 96 Oviedo quiso hacer un golpe de Estado y dijo que no le importaba si debía correr Sangre. Pero por ahora prefiero el fútbol, para la política hay tiempo. —Entonces tenes ambiciones políticas. --Cada vez que voy a Paraguay me piden que me meta, pero la política es muy sucia y yo no pertenezco a ningún partido. Aunque uno sea honesto, puede tener colaboradores que no lo sean. Tengo 18 años en el futbol y mi imagen es muy buena a nivel internacional. Me ofrecieron tres millones de las de parte de Lino Oviedo para que jugara la Copa América y me callara la boca. Yo por dinero no me vendo, no mato a mi madre ni defraudo a mi gente. Hay mucha gente que hoy, por tres millones de dólares, es capaz de matar a su madre. Tengo en vista hacer una clínica en Paraguay, pero no voy a dar detalles para que no se me adelanten y me saquen la idea. —¿No sería bueno que alguien le saque la idea si sirve para ayudar a la gente? --Bueno, pero no quiero contar mucho ahora. El pueblo me quiere y algunos políticos que me respetan, no todos son de lo peor. Los ciudadanos de elite como yo, que nací en cuna humilde pero paso a paso fui progresando, tenemos el deber de denunciar las cosas que están mal hechas. Sé que pongo en peligro mi vida cuando habló porque la corrupción esta enquistada en mi país. —¿Su mujer tiene miedo de quedarse viuda? --Miedo tendría si yo fuera un narcotraficante a un contrabandista. Siempre duermo tranquilo. Nunca tengo remordimientos de conciencia. Ni siquiera con esta injusticia que se cometió conmigo. Lo lamento por los que se alegraron y creyeron que me iban a ver destruido. Las críticas que me hacen y este fallo en mi contra fortalecen mi ánimo. Para mí lo que vale es que muchos de aquellos a los que los periodistas consideran mis enemigos llamaron para solidarizarse conmigo. “Todo lo que he logrado se lo debo a Marcela. Soy un duro dentro de la cancha, pero en mi casa la que manda es mi mujer”. —Carlos Menem lo llamó ¿Qué le dijo? --Me dio su apoyo. Se lo agradecí, pero también le dije que en el país hay cosas más graves. También me llamaron de Francia, de Inglaterra y de Japón. La justicia Argentina quedó muy mal vista. También Diego Maradona se comunicó conmigo, estuvo muy bien. —¿Quiere decir que su rivalidad con Maradona es un invento de los periodistas? --Sí, es un invento. Con Diego nos llevamos bárbaro. Él pidió que me llevaran a jugar a Boca. Van a tener que pasar muchos años para que vuelva a aparecer otro como él. —Cada vez que usted acara que no es un drogadicto, parece un mensaje para Maradona. ¿Habló con él sobre esto? --NO, no tengo una comunicación tan fluida como para hablar de eso. Si no nace de él no puedo tocar el tema. Pero me causa mucho dolor que Maradona diga que está perdiendo su batalla contra la droga. Lo quiero y admiro mucho. Además, nunca se puso una máscara. Tiene problemas y lo dice. Es un gran tipo. Es un superdotado, como Pelé. —¿Cuál fue el mejor de los dos? --Me quedo con Maradona. —¿Cómo cree que lo van a recordar a usted? --Como a un tipo polémico, sin dudas. Pero también como un ganador. ©Revista Veintiuno
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Diciembre 2017
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